King of Pride Rock

Estabas ahí, frente a mí, y te podía tocar pero algo me lo impedía, como si se me hubieran pegado los brazos al cuerpo.

Aquí está Sosej, dijo esa niña a la que en aquel momento envidié porque ya te conocía, ya te había abrazado, ya te había querido… y tú ya la querías a ella. Envidié a una niña y eso no te lo dicen en ningún libro, pero está mal.

Estiró aquellos brazos que te sostenían como si se creyera Rafiki y te dejó ahí, suspendida en el aire. Se evaporó el pegamento y te cogí de inmediato, que podía tener miedo a hacerlo todo mal pero no te iba a dejar caer. Siempre tengo miedo a hacerlo todo mal, pero contigo a veces se me olvida.

Esa fue la primera vez que nos vimos cara a cara.
Meses de espera, pero en mi mente es lo de los saltos y luego ya esto. Para que digan luego que el tiempo no vuela.

Te acuerdas de lo que te decía ayer, ¿verdad? Eso de idealizar intentando no hacerlo.
Quizá no recuerdo mucho de esos meses porque fueron una pérdida de tiempo. Daba igual que hubiera idealizado o no, que me hubiera intentado convencer de que no iba a ser para tanto y de que todo saldría mal o que hubiera pensado que ibas a ser increíble y a cambiarme la vida. Daba igual, porque por mucho que lo hubiera intentado no habría sido capaz jamás de imaginarme lo que ibas a significar para mí.

Esto no se lo he dicho a nadie, pero cuando te miro y me quedo callado y se me escapa una lágrima es por eso: tengo todo esto dentro y no hay palabras que me ayuden a sacarlo, y no te puedo abrazar todo lo fuerte que te abrazaría porque sería contraproducente, y no puedo gritar porque eso ya se lo dejamos a la vecina loca.

Pero eso ya es una historia para otro día.

Hans Zimmer – King of Pride Rock

Grow as we go

El niño se pasa la infancia queriendo crecer, porque para todo lo interesante hay que ser grande, porque nadie le escucha, porque los mayores se ríen y él no lo entiende. El niño quiere crecer, y lo hace, pero esas ganas no se van: el niño sigue queriendo crecer. Son muchos años con el mismo objetivo, demasiados, y un día el niño ya es grande pero ahí sigue el anhelo.

El niño ha cambiado, y también ha cambiado lo que significa esa palabra, crecer, pero sigue estando ahí, ahora ya casi una necesidad.
Hay que crecer, que ahora es evolucionar, o aprender cosas nuevas, o hacer mejor las cosas que el niño ya sabe hacer.
El niño ya no es un niño, pero sigue sintiéndose tal, porque en parte piensa que si uno no se siente pequeño no puede aspirar a ser grande, y el niño se siente pequeño, muy pequeño a veces.

El niño también se siente pez, porque escuchó una vez que los peces crecen según el tamaño de la pecera en la que viven y ahí se quedó eso grabado, aunque sea mentira.
El niño sigue creciendo lo que puede, dejándose llevar en un sentido literal, porque en la pecera te ponen, no lo haces tú, y si el entorno te limita te resignas hasta que te cambien a otra que te dé más.
Así vive, queriendo crecer pero sin hacerse realmente dueño de su viaje porque cree que no puede, que la vida es esto, que depende de la suerte.

Un día el niño se acuerda de que vio Buscando a Nemo y de que ahí salen de la pecera por sí mismos.
Y recuerda que se puede.
Y decide decidir.

Ben Platt feat. Sara Bareilles – Grow as we go

Ooh, who said it’s true that the growing only happens on your own?

Frambuesa

No me quiero poner místico y hablar del destino y todo eso, pero cómo es, ¿eh? Un día estás soñando algo y al día siguiente estás viviendo ese sueño, pero todo es muy real, ya sabes, casi demasiado; que los sueños no son así, no huelen así. Se siente, ¿verdad? En el fondo sabes si estás soñando, y ahora no lo estás, que el sol quema y se te ha olvidado ponerte protección, y ¿cuántas veces en un sueño has dicho ¡mierda, no me he puesto crema!?

Lo curioso de los sueños es eso, que a veces se cumplen.

De pequeño tienes muchos y los ves lejos, muy lejos, pero son tus sueños y los quieres.
Te sientas, coges tus colores y un papel y garabateas un plan.
Y te esfuerzas.
Y trabajas.
Y luchas.

Siembras, eso es lo que haces.
Nos pasamos la infancia, y quizá también la adolescencia, sembrando, de todo, por todas partes.
Y riegas y riegas y un día eso brota, y ahí lo tienes: tu sueño.
Si has sembrado mucho, no te has olvidado de regar y tienes suerte, brota también mucho. Es lo justo.
¡Y a recolectar! Pocas sensaciones hay mejores que comerte una fresa que está ahí gracias a ti.
La fresa es el sueño, es una metáfora.

Lo que pasa a veces es que con tanta cosecha se te olvida volver a sembrar.
Estás bien, te acomodas, no puedes quejarte pero… ¿eres feliz? ¿Es seguir recolectando lo que quieres? Vivir de los sueños que tuviste cuando eras joven, o más joven. No tiene nada de malo, pero habías enterrado otras semillas que nunca llegaron a germinar, y ¿a lo mejor estaría bien intentarlo otra vez? O plantar algo que ni te habías planteado, que ahora con esto de la primavera están las semillas de oferta, y nunca es tarde para soñar sueños nuevos.

Puedes vivir de fresas, e incluso ponerles nata y disfrutarlas aún más, pero ¿a qué debe saber una frambuesa?

Karla Cruise – Frambuesa

Sonidos que se escapan para regresar.