Siento que odiamos la rutina pero que cuando tenemos ocasión de abandonarla nos cagamos. Siento miedo, mucho miedo. Siento que estoy a punto de dar un paso que me va a cambiar la vida. Es solo un paso, de esos que damos a miles sin que signifiquen nada, pero este es diferente; es un paso que en cierto modo cruza una línea, y una vez esté al otro lado no habrá vuelta atrás.
Siento que voy a cambiar una rutina por otra, que una vez que me establezca en esa nueva volveré a estar cómodo y será como si nada hubiera pasado, pero que hasta entonces este vacío no se va a ir. Sabes a qué me refiero, a esa sensación de estar constantemente cayendo a pesar de estar quieto. Ese tipo de vacío.
Siento que echo de menos. Se supone que uno echa de menos cuando ya no tiene, pero siento que ya estoy echando de menos, aunque siga aquí y haya tiempo. Seguramente sea estúpido y tendría que estar aprovechando este tiempo que me queda para hacer eso que siempre quise hacer, para decir esas cosas que nunca dije, pero ¿sabes? creo que todo eso son chorradas. Lo que me sale ahora es echar de menos, echar de menos a esta rutina que tantas veces he criticado y que ahora me acojona dejar ir.
Y por encima de todo siento que sigo hablando porque no quiero decirte adiós, porque sé que este es ese último momento, que cuando nos despidamos descubriré que estoy justo detrás de la línea y… mierda, ¿tú también puedes verla?
Siento que ha merecido la pena, que no solo los libros largos son buenos y que el nuestro ha sido una obra maestra. Gracias por dejar que me escribieran a tu lado.
Glen Hansard – Leave
Let go of my hand, you said what you have to, now leave.
A veces siento que soy otra cosa que sueña constantemente conmigo, que vive mientras duermo y cierra los ojos cuando me despierto. A veces siento que mi rutina es su pesadilla recurrente, su por qué otra vez, su purgatorio. A veces siento que me duermo mientras vivo porque en realidad esa otra cosa duerme. A veces no concilio el sueño en mis noches porque no soy real y esa cabeza en la que habito está entonces a pleno rendimiento.
A veces ni siquiera sé qué soy.
Soy una parte de otro, su lado oscuro, su cruz; el secreto que uno se lleva a la tumba, su vergüenza, su rasgo más íntimo. Soy el miedo. Soy todos los miedos.
Soy el monstruo que espera debajo de la cama a que tengas que ir al baño, el pie que asoma desnudo tras el colchón. Soy incluso el baño, las ganas de mear y el pis.
Soy todo porque no soy nada, porque al sentir que no existo nada es cierto. Es un pez que se muerde la cola: nada se convierte en todo.
Si yo imagino todo estoy en cualquier parte, soy cualquier parte. Si este mundo es mío yo soy dios, y no existo porque soy la sombra de otra cosa que sueña constantemente conmigo.