Me dice que tiene que hablar conmigo, que todo va bien, que me quiere, pero que en dos semanas me deja. Me lo dice así, seria, con la cabeza fría, algo preocupada pero concreta: en dos semanas me voy.
Me dice también que no me preocupe, que hasta que llegue el momento todo seguirá igual entre nosotros, que promete mantener su nivel de entrega hasta el final. Me ofrece incluso alargar el tema un poco más: si necesitas que en lugar de dos sean tres semanas por mi parte no hay ningún problema. Dice que aprovechará esos días para hacerle el traspaso de conocimientos a su sustituta.
¿Sustituta? ¡Aún no he tenido tiempo de pensar en eso! No he tenido tiempo de pensar en nada, de hecho. Ha sido todo tan rápido a pesar de no haber acabado aún.
Tengo quince días para despedirme, para disfrutarlos como si fueran los últimos, porque serán los últimos.
¡Un hurra por las despedidas con preaviso!
Menos mal que las rupturas no son como las bajas laborales, que los corazones se rompen de inmediato y esos últimos instantes siempre quedan ya atrás cuando uno se decide a aprovecharlos.
Lauren Aquilina – Time to say goodbye
But I don’t see you with me, with me.