Del destino otra vez

Estamos de acuerdo en que no creemos en el destino, que eso de que esté ya todo escrito no tiene sentido, y ¿os habíais dado cuenta antes de que destino y sentido se forman con las mismas letras? Yo tampoco, aunque no es relevante.

A veces imagino otras vidas, qué hubiera pasado si hubiera girado a la derecha y no a la izquierda, si me hubiera quedado, si no te hubieras ido, si hubieras dicho que sí o incluso si yo hubiera hecho la pregunta. Planteo todos esos escenarios, grito iacción! y dejo que fluyan. Son todos diferentes, algunos demasiado, pero según se van desarrollando las tramas veo cómo inevitablemente empiezan a converger las historias, llegando siempre a un punto en el que se difu­minan las barreras y lo de menos es si tienes el pelo rizado o si te gustaba escuchar flamenco a las dos de la mañana cuando no podías dormir.

No existe el destino, pero me paro a pensar y lo que sí tiene sentido es el no eres tú, soy yo.
Soy yo el que sujeta el timón, y da igual hacia donde sople el viento que yo siempre me empeño en llevar el barco al mismo puerto.

Somos los dueños de nuestra propia historia y todo eso.
Manejamos el lápiz, la pluma, el teclado; y decidimos en todo momento, conscientemente o no, qué escribir.
Lo que no está en nuestra mano no lo está, y lo que lo está lo sujetamos si es que queremos sujetarlo y si no lo dejamos ir.
Decidamos lo que decidamos por algo será. Y eso es lo que escribimos.

Quizá al final el destino sí existe y somos nosotros.