Indestructibles

Yo la entrada anterior se la escribí a un pez, lo prometo. Al menos en la superficie, lo cual tiene gracia si uno piensa en donde viven los peces, aunque quizá algo menos si uno recuerda la entrada y cae en que el pez desapareció para no ser nunca más visto.
Pensaba en ese pez, escribía para ese pez, pero es que joder, luego leí los comentarios y me hicieron reflexionar, que aquí esto va así: yo no escribo para que reflexionéis vosotros, o un poco sí, pero no del todo. Yo escribo para que vosotros le deis una vuelta, comentéis y me hagáis reflexionar a mí, porque, si os soy del todo sincero, la mayor parte del tiempo no sé ni de qué estoy escribiendo.
Para muestra un botón. O un pez, en este caso.
Que en paz descanse.

¿Tengo yo la culpa de que, en lo que a mí respecta, ese pez y tú hayáis llevado vidas paralelas?
Insisto: es (era) un pez real, que estuvo ahí, que desapareció, que volvió y que se volvió a ir. ¡Como tú! En diferentes medios, a diferentes tiempos, pero si uno extrae la esencia y lo piensa, cosa que yo no suelo hacer, la cosa está ahí.
Si uno sigue pensando le empiezan a venir ideas de si ese pez no era sino una lección, que dicen que todo pasa en la vida por algún motivo, que hay gente que viene a enseñar y desaparece cuando acaba la clase, como una especie de profesor sustituto inesperadamente bueno. Mi infancia hubiera sido infinitamente mejor si un día hubiera aparecido en clase un pez sustituto.

Es por cosas como esta por las que intento pensar lo menos posible.

Yo hablaba de un pez, le hablaba al pez, y cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, o llámalo subconsciente si quieres. El pez es (era) un pez y no sabe (sabía) hablar, y ahí está la diferencia: que joder, es difícil entender lo que quiere alguien que no sabe hablar, y triste, y quizá nunca deje de sentirme culpable; pero tú eres una persona, y sabes hablar, pero no quieres. Qué coño hago yo sintiéndome culpable por eso. De verdad, qué cojones.

Esa es la diferencia: que al pez no sé parar de buscarlo mientras que a ti no sé por qué he tardado tanto en dejar de hacerlo.

La Habitación Roja – Indestructibles

Éramos indestructibles.

Labyrinth

Corrían aún nuestros años de universidad aquella tarde.
Estábamos solos, tú y yo, en mi habitación. Los dos teníamos ganas, muchas, y lo hicimos. Nos dejamos llevar por la emoción del momento, que era mucha. Fue tal la energía que algo nos obligó a parar antes de lo que nos habría gustado, luchando por coger aire y sin poder parar de reír. Estábamos bien, mucho, nosotros si. Una de las tablas del somier, partida en dos, no podía decir lo mismo.

Nunca me lo he vuelto a pasar tan bien saltando en una cama con alguien, pero claro: nunca he vuelto a saltar en una cama con nadie.

Justo hoy me he acordado de esa cama, de todo esto, de ti. Lo he contado, y me han dicho que saltar en una cama no es algo que puedas hacer si no eres un niño, pero que nos quiten la cuarentena, nos den una cama y un altavoz y les enseñamos lo equivocados que están.

Elisa – Labyrinth

And my sense of direction is lost like the sound of my steps

I can climb mountains

Las hemos escalado, rodeado, atravesado… sobrevolado incluso;
y si no movemos montañas yo creo que es solo porque nunca se nos ha pasado por la cabeza;
que no nos lo hemos planteado, ¿sabes?
Aunque podríamos… ¡podemos!

La fe mueve montañas, dicen, y si creo en algo es en ti,
en vosotros,
en la fuerza de nuestro equipo.

Lo noto, ¿sabes? Que tienen miedo,
que están agitadas, que se revuelven.
Saben que existimos, que vamos, que no hay quien nos pare.

Ya oigo cómo tiemblan las montañas.

 

Hell is for Heroes – I can climb mountains

And I’m easy now, it’s easy now