Vivir sin aire

Supongo que no es tanto el tiempo que eres capaz de aguantar la respiración como el hecho de estar haciéndolo, que no es sostenible. La última vez que miré no éramos peces.
Se puede, sí, pero ¿compensa? Sacar la cabeza una vez por semana y hacer lo posible para llegar consciente a la siguiente bocanada. Hasta que un día no llegas.

Se tiene que ver muy absurdo desde fuera, pero el problema es que desde dentro no se ve tan claro, que aunque abras los ojos ahí abajo está borroso. Lo mismo estás al lado de la orilla y te bastaría estirar el brazo para alcanzarla, pero cuando sales a respirar está esa mano que te vuelve a hundir la cabeza, y cómo vas a intentar aferrarte a la orilla cuando esa mano es la tuya.

Ah, que tenemos dos brazos.

Esto no tiene sentido, lo sé, pero es que tengo muchos pensamientos dentro y tengo que sacarlos, que se me amontonan y me duele la cabeza. Ya me siento mejor, ¿ves? Al menos tenemos eso.
Mi problema es que pienso igual que sueño, y no entiendo nada.
Quizá es que me falta aire.

Maná – Vivir sin aire

Como pudiera un pez nadar sin agua.

Monster

¿Cómo haces para despertarte de un sueño cuando sabes que no estás soñando?
Supongo que no es una pregunta para hacerte a las tres de la mañana, ni a las cuatro. No si quieres volverte a dormir. Supongo que es la pregunta que no puedes evitar hacerte si te despiertas y lo que ves delante de ti no tiene ningún sentido.

Me he quedado congelado, incapaz de mover un solo músculo, mirando a aquello fijamente e incapaz también de encontrarle alguna lógica. Estaba despierto, ¡claro que sí! He pensado en lo que hacen en las películas y me he autosugerido pellizcarme, pero ¿para qué? Sabía que estaba despierto, y sabía que un pellizco duele. Quizá he perdido la cabeza, pero no soy tonto.
Me he incorporado en la cama, bajo la protección del nórdico, con la vista aún clavada en eso. Eso realmente no era nada, más bien todo lo contrario. Un hueco.
Al lado de donde está la puerta que da de mi habitación al pasillo había otra puerta. Una puerta que no existe, o no debería, o no hasta ese momento.
Esa puerta estaba abierta.

No sé si os ha pasado alguna vez, pero os aseguro que si de pronto en vuestra casa va a aparecer una puerta queréis que aparezca cerrada. A poder ser con cerradura, y la llave de vuestro lado.
Nadie quiere ver una puerta que no debería estar ahí, pero aún menos quiere verla abierta, porque eso significa que haya lo que haya al otro lado tiene vía libre, y ahí la puerta es lo de menos.

Cuanto más me despejaba menos parecía proteger el nórdico, y ahí seguía el hueco.
Yo miraba aterrorizado, muerto de frío, esperando que en cualquier momento lo del otro lado se atreviera a dar el paso.
Ha sido entonces cuando lo he escuchado.

Meg & Dia – Monster

Then he slowly saw their nightmares were his dreams

Labyrinth

Corrían aún nuestros años de universidad aquella tarde.
Estábamos solos, tú y yo, en mi habitación. Los dos teníamos ganas, muchas, y lo hicimos. Nos dejamos llevar por la emoción del momento, que era mucha. Fue tal la energía que algo nos obligó a parar antes de lo que nos habría gustado, luchando por coger aire y sin poder parar de reír. Estábamos bien, mucho, nosotros si. Una de las tablas del somier, partida en dos, no podía decir lo mismo.

Nunca me lo he vuelto a pasar tan bien saltando en una cama con alguien, pero claro: nunca he vuelto a saltar en una cama con nadie.

Justo hoy me he acordado de esa cama, de todo esto, de ti. Lo he contado, y me han dicho que saltar en una cama no es algo que puedas hacer si no eres un niño, pero que nos quiten la cuarentena, nos den una cama y un altavoz y les enseñamos lo equivocados que están.

Elisa – Labyrinth

And my sense of direction is lost like the sound of my steps