A pesar de lo mucho que nos quejamos, todos necesitamos reglas y horarios. Nos atan, sí, pero son esas cadenas las que nos ayudan a mantener el orden, a acercarnos al tan ansiado equilibrio.
Tener una rutina es importante.
He dicho que las normas nos acercan al equilibrio, y lo mantengo, pero no que sean ellas las que nos permiten alcanzarlo.
No lo son.
Si dejamos que el día a día nos absorba y aceptamos sin más que eso es todo lo que hay estamos perdidos.
Tener una rutina es importante, casi tanto como saber cuándo saltársela.
El problema yace siempre en la inercia, en dejarnos arrastrar como si los lazos fueran irrompibles, como si no estuviéramos ligados a las obligaciones con esposas del todo a cien, de esas que pueden tener llave o no, pero que se abren igualmente con el movimiento justo o apretando un poco.
Cuando mires tus muñecas y veas ahí las cadenas piensa en lo que te acabo de decir, piensa en que eres tú quien ha decidido ponerlas y que eso no es malo. Piensa que no es malo siempre que, de vez en cuando, sobre todo cuando más aprieten, seas capaz de aflojarlas e incluso de dejarlas a un lado.
La cuerda es tuya: tú decides a qué te atas y cuándo te desatas.
Haz y deshaz tantos nudos como necesites.
Eres libre, en parte gracias a tus ataduras, sobre todo gracias a ellas.
Rudimental ft. Emeli Sandé – Free
At least I am free.