I saw a light

Si alguna vez habéis intentado mirar las estrellas desde una gran ciudad sabréis que es prácticamente imposible, que uno busca pero no encuentra, que es todo negro, o azul oscuro, según vuestros conos o bastones, que con suerte se ven tres o cuatro, las que más brillan, pero nunca más.

Siempre busco las estrellas, siempre, aun sabiendo que no las voy a encontrar.

Cuando consigo alejarme de este amasijo de muros grises y carreteras ansío la llegada de cada noche, porque lejos del mundo que hemos construido las noches son de verdad oscuras. Sin contaminación lumínica se muestran todas, hasta las estrellas más diminutas, salpicando de magia ese cielo negro o azul oscuro.

Los edificios se perdían en el horizonte aquella noche. Podía ver la nube de luz manchando esa oscuridad que habría debido estar reinando sobre mi lado del planeta, pero la veía a una distancia suficiente como para sentirme a salvo.
Respiré, no como cuando uno lo hace sin más, sino poniendo en ello mis sentidos, dejándole claro al mundo que quería cada átomo de ese aire que le estaba tomando prestado. Lejos de esa luz que no debería brillar el aire también es más puro.

Habiendo respirado con ganas me tumbé sobre la arena, no sin antes haber cerrado los ojos. Os preguntaréis por qué, y no sé si tengo una respuesta. Supongo que fue como cuando tienes un regalo envuelto entre tus manos y retrasas todo lo que permite tu impaciencia el gesto de tirar del lazo.
Cerré los ojos para colocarme bien, para encontrar una postura en la que estuviera cómodo, de forma que nada me distrajera del espectáculo inminente.
Llené de nuevo mis pulmones al sentirme preparado y despegué entonces los párpados.

Nada.

El cielo seguía siendo azul oscuro, del todo. Era la primera vez que me ocurría, la primera vez que no veía siquiera un punto. Incluso sobre la ciudad, a pesar de sus focos cegadores y sus altivas farolas, asomaba siempre algo.
Allí no había nada.

Intentando averiguar qué ocurría, mantenida la posición horizontal, incliné la cabeza hacia mi izquierda. No vi nada.
Tras un giro de ciento ochenta grados hacia el lado opuesto lo entendí, que no se ven las estrellas si una luz brilla más fuerte aquí abajo, y ahí tumbada estabas tú mirando al cielo.

The Band Perry – I saw a light

What if you had looked left and I had looked right.

That’s my shit

Las cosas no siempre salen como uno espera, porque la vida es como un váter. Cada uno tiene el suyo, pero eso no quiere decir que no pueda usar el de los demás (aunque como en casa en ningún sitio). Hay tantos como personas, e incluso más, que no es que vivamos solo los humanos.

Admito que la analogía no es fácil de digerir, que quizá se atasca el concepto, pero si algo me ha hecho quedarme con ella y defenderla a ultranza ha sido la siguiente revelación:

A veces tiras de la cadena y la mierda no se va del todo.

Deberían hacer camisetas con esa frase, e incluso tazas; de esas en las que sería confuso hacerte tu Cola Cao.

La vida es eso, tal cual, no hay más. Dependiendo de tu cisterna y de tu filosofía de vida puedes volver a tirar antes o después, eso si no quieres dejar que el submarino explore un poco la zona, aunque hablando de lo que hablamos yo diría que lo suyo es jugar al hundir la flota como si te fuera la vida en ello.

Dos veces, quizá tres, si necesitas cuatro cuéntamelo, que me interesa… pero al final solo queda agua.
Todo pasa, por grande que sea el marrón.

La vida es como un váter.

The-Dream ft. T.I. – That’s my shit

Don’t need to be dramatic but that’s my shit.

Someone new

A otros los habrás enamorado con la profundidad de tu mirada o el vaivén de tu melena oscura, pero a mí has llegado con un revés, un golpe seco del ser más hermoso que jamás haya empuñado una pala de playa. Que sea superficial no es culpa mía: los bañadores son la pandilla de matones de la escuela de verano; el romanticismo es el empollón con gafas.

Anoche fuiste tú quien me miró desde el otro extremo de la barra, quien me guiñó un ojo, quien alzó su copa invitándome a acercarme. Hay invitaciones a las que uno nunca debe decir que no.
Anoche, algo más tarde, eras tú quien sonreía desde el taburete de al lado.
La física a veces falla: el calor no siempre dilata. A medida que subía la temperatura del aire la distancia no hacía más que contraerse.

Mañana quizá te encuentre saltando en un parque, comprando el pan o flotando sobre una colchoneta. El sitio será lo de menos, igual que lo será si tu pelo es corto o largo, si eres de aquí o de allí e incluso cómo te llamas (sobre todo cómo te llamas). Mañana serás tú, será especial y todo lo intenso que la fugacidad permita, pero será fugaz.

Al día siguiente habrá un nuevo tú.

Hozier – Someone new

I fall in love just a little, oh, a little bit every day with someone new.