Night of the hunter

¿Os acordáis de cuando la comida en lugar de esperarnos bien colocada en las estanterías del supermercado corría en libertad y teníamos que salir a cazarla? Yo tampoco: nací en el siglo XX. Sin embargo a veces siento esa necesidad de salir a buscar las cosas, de no ir hacia donde sé que están sino hacia lo desconocido, aunque con intención de encontrarlas.
Quizá sea estúpido, porque mucho sentido no es que tenga, pero venimos de ahí, ¿no?
A lo mejor no es tan raro que quiera volver al origen de vez en cuando.
A veces siento esa necesidad, y hoy es una de esas veces.

Hoy no me conformo con abrir el frigorífico y comer: hoy quiero ir más allá.
Hoy quiero sentir cuando por fin le hinque el diente a algo que me lo he ganado, que no como por comer y sin esfuerzo.
Hoy quiero disfrutar de cada bocado como si supiera que no sé cuándo volveré a encontrar comida.
Hoy quiero ser como el rojo, el azul o el amarillo: primario.
Hoy quiero salir a cazar.

Y no estoy hablando de comida.

 

Thirty Seconds to Mars – Night of the hunter

Whatever you do, don’t be afraid of the dark.

I’m a keeper

Eres guapo, inteligente, divertido, interesante… ¿cómo es posible que estés solo?

Educado, te olvidas educado, así que gracias, pero déjame que te diga por qué esa frase, que estoy convencido de que pretende ser incumplido, me parece una mierda como un piano.

En primer lugar me lo parece porque implica que no es como estoy como debería estar, e incluso que debería querer estar de otra manera. Podrías incluso estar diciendo sutilmente que hay algo en mí que falla, alguna tara que no incluyes en esa lista de cumplidos que hace que no tenga pareja, porque está claro que eso es lo que necesita toda persona: una mitad que la complete.
Es normal generalizar, aunque también es normal en algunos rincones del mundo matar a gente a pedradas. Lo que es normal no siempre es bueno. Generalizar es una de esas cosas.

El segundo y último motivo, pues no le veo sentido a extenderme más en esta chorrada, es que considero tu elección de palabras sumamente desacertada. Una vez más entiendo la intención, pero eso de que la intención es lo que cuenta son patrañas. ¿Cómo es posible que estés solo? ¡Coño! ¿Estoy solo y no lo sé? Porque hasta donde me han contado estoy rodeado de gente increíble, no en el sentido de que no hay quien se los crea porque son imaginarios, que también, pero es que pienso en los que no lo son, familia, amigos, ya sabéis, y se me pone la piel de gallina, en serio, en plan algo debo estar haciendo bien para merecerme esto.
¡Y por supuesto que estoy haciendo algo bien! Soy guapo, inteligente, divertido, interesante… ¿cómo es posible que esté solo?

 

The Band Perry – I’m a keeper

With or without you my only plan is to be free.

Oh, it is love

Me visto para correr, ya sabéis, ropa estridente, zapatillas que no brillan pero poco les falta, pulsómetro, reproductor de música. El pack completo.
A los cuatro minutos y veintitrés segundos de salir, lo que dura el Alive de Sia, empieza a sonar esta canción. Si digo que lo hace sin que la espere es posible que no me crea nadie, pero es cierto: grabo cantidades ingentes de música en el mp3 con ese único objetivo: que sea capaz de sorprenderme. Grabo música que ni siquiera conozco, canciones que no he escuchado jamás, porque puedo.

El caso es que empieza justo cuando llego a un semáforo que me pide que no pase, lleno de gente, Barcelona un lunes a las ocho y media de la tarde. Freno en seco y me giro a la derecha, pues es de donde vienen los coches y cruzar en rojo está mal, aunque peor está eso de ponerse a hacer como que corres sin moverte del sitio.
Me giro, decía, y te veo como si alguien te hubiera hecho zum, tan cerca que casi te como la boca al estilo esquimal.
Oh, it is love.

Me atrapa tu mirada, pero es que a ti también te atrapa la mía. Somos dos arañas rematadamente estúpidas que han caído al mismo tiempo en la tela de la otra. Nos miramos desde nuestras redes mientras suena la música y empiezo a pensar que tú también la escuchas, aunque juro que no soy de esos que llevan el móvil en modo altavoz. No estamos allí, ya no: estamos en alguna playa desierta atrapados en sendas hamacas contiguas como esquimales descubriendo la primavera en los ojos del otro.

De vez en cuando volvemos a la ciudad, miramos el semáforo y pensamos ¡Vaya! ¡Qué lástima que siga en rojo! El semáforo más largo de la historia. Y aunque no bailemos nos marca la música el paso, frunzo el ceño como pidiendo permiso, aceptas con tu sonrisa y te cojo de la mano.
Qué fácil es todo.

No se pone rojo esto, quizá esté roto.
La gente viene y va, cruza de un lado a otro y no la vemos. Quizá el semáforo sí que va pasando por el verde, pero la verdad es que lo miramos poco y con miedo, no sea que nos invite a cruzar y toque decir adiós, con lo bien que se está enredado en tu tela, agarrado de tu mano estirando y tensando las cuerdas, que hamacas contiguas de pronto suena a muy lejos.

Tiramos, y no voy a hablar de ganas, pero yo lo hago con más fuerza, que para algo te triplico el brazo. También parece lo más justo: yo te he mirado, yo te he cogido de la mano, ¡hasta he puesto yo la banda sonora!
Te me caes encima preguntando qué sabrán los esquimales de todo esto, haciéndole cosquillas a mi nariz con la tuya un instante antes de besar mis labios; y no miramos, pero estamos seguros de que sigue rojo.

Oh, it is love.

 

Hellogoodbye – Oh, it is love

Oh, it is love from the first time I set my eyes upon yours thinking «Oh, is it love?»