Me meto el cepillo de dientes en la boca y todas las cosas que he ido olvidando hacer durante el día vuelven a mí. No falla: es magia. Me meto el cepillo de dientes en la boca y tengo que estar en cualquier sitio salvo en el que estoy, y tengo que estar ahora, pues sé que se trata de un momento de lucidez fugaz. ¿Dejarlo escapar? ¡Antes muerto!
Puedo pasar media hora dando vueltas por casa haciendo esto y aquello con el cepillo de dientes entre mis labios, esforzándome al máximo por no tragarme el Licor del Polo, que aunque yo no sea un pingüino estoy seguro de que también me acabaría subiendo, y además he visto en documentales cómo andan los patos esos…
Me meto el cepillo de dientes en la boca tras haber respirado hondo y me preparo para lo que pueda venir, pues lavarse los dientes es para mí toda una aventura: nunca sé qué me deparará el siguiente cepillado.
Millencolin – Penguins & Polarbears
Living this way is never something we did plan.
Jajajajaja que bueno… y si ya añadimos el hilo dental puede ser un viaje astral… 😂😂😂😂
😘
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Expediente X.
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Jajajajaja… Tienes unas ocurrencias… A mi me pasa eso, cuando me arropo.
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