A veces el cielo está nublado, y a veces parece que no somos capaces de mirar hacia otro lado. Un día gris, ¡qué triste! Pero el cielo es solo eso, y vale que es grande, pero a poco que te descuides no lo ves ¡Será por cosas bonitas aquí abajo!
Es cuestión de perspectiva, y también de ganas, que uno pone la atención donde quiere. Contemplar el gris del cielo es una opción, y a no ser que estés tumbado una que acabará dándote dolor de cuello. Nadie quiere que le duela el cuello, y menos por haberse estado recreando en un cielo gris.
– No lo mires. – Pero es que está gris. – Sí, pero ahora que ya lo sabes, ¿para qué seguir?
Si fuera una taza te diría que no dejes que un cielo gris te arruine el día, pero no lo soy. Aunque en serio, ¿para qué seguir?
Alejandro lo sabía. Fue hace muchos años, pero el ya lo dijo; que estábamos malgastando nuestro tiempo viviendo deprisa. Es curioso cómo todas esas canciones, libros y películas tienen otro sentido si las miras desde nuestra perspectiva actual. Como si toda esa gente ya lo hubiera sabido, o como si lo que sentimos ahora no fuera en verdad tan diferente de lo que hemos sentido antes.
A lo mejor con los sentimientos pasa como con los sabores, que hay unos cuantos y los puedes combinar como quieras, pero al final los colores primarios son los que son.
Viviendo deprisa, corriendo de aquí para allá; que si coge el metro, que si lleva a los niños a inglés, que si haz la cena rápido que empieza Cuéntame. Y de pronto todo se para.
Todo se para, y es lunes por la noche aunque no son ni las siete y media, que ahora con suerte estarías volviendo del trabajo, pero ya estás pensando en cenar y meterte en la cama. Es lunes por la noche y estás escribiendo desde lo que antes era una mesa que casi no usabas pero ahora es oficina, comedor, cafetería y otras tantas cosas más. Ha sido un lunes lento, o eso habrías dicho antes, pero ahora todo es lento, así que ha sido simplemente un lunes. Otro lunes. Un lunes bueno, en verdad, que no has hecho horas extra, has comido bien y has hecho veinte minutos de ejercicio. Veinte. Parece hasta mucho.
Supongo que volveremos a vivir deprisa, pero hoy solo el hecho de pensarlo es raro.