Es imposible que yo hubiera decidido cómo quería llamarme: nací sin saber hablar.
Mi nombre lo eligieron mis padres por mí, y supongo que tiene sentido.
Nací siendo suyo, indefenso, dependiente… y callado.
Creo que lo que más me limitó a la hora de autobautizarme fue el hecho de nacer callado.
Nombres, ¿verdad?
Se los ponemos a todo, y supongo que tiene sentido. No podemos llamar a algo que no se llama, y nos gusta llamar. ¡Nos encanta! No habríamos inventado los teléfonos de no ser así.
Damos nombre a todo lo que entra a nuestra vida, a todo lo que se hace nuestro.
Mis padres me pusieron uno, pero ¿no debería ser solo suyo?
Quizá cada persona debería ponerle nombre a toda aquella que entrara en su vida.
Quizá deberías buscarme uno para cuando me haga tuyo.
Grace VanderWaal – I don’t know my name
I don’t play by the rules of the game.