Color pomelo

A veces el cielo está nublado, y a veces parece que no somos capaces de mirar hacia otro lado.
Un día gris, ¡qué triste!
Pero el cielo es solo eso, y vale que es grande, pero a poco que te descuides no lo ves
¡Será por cosas bonitas aquí abajo!

Es cuestión de perspectiva, y también de ganas, que uno pone la atención donde quiere.
Contemplar el gris del cielo es una opción, y a no ser que estés tumbado una que acabará dándote dolor de cuello.
Nadie quiere que le duela el cuello, y menos por haberse estado recreando en un cielo gris.

– No lo mires.
Pero es que está gris.
– Sí, pero ahora que ya lo sabes, ¿para qué seguir?

Si fuera una taza te diría que no dejes que un cielo gris te arruine el día, pero no lo soy.
Aunque en serio, ¿para qué seguir?

Cheti – Color pomelo

Porque me da miedo quedarme sin aliento.

HOLD ME TIGHT OR DON’T

Te dije que me abrazaras fuerte o no lo hicieras, que si la música se inspira en la vida no sé por qué no se iba a inspirar mi vida en una canción.
Y decidiste no abrazarme.

Es eso lo que pasa, ¿no? Dar opciones es precisamente eso.
– Mamá, ¿puedo ir?
– No.
Nos enfadábamos, sí, pero ¿de quién era la culpa?

A lo mejor vivimos toda nuestra adolescencia mal. A lo mejor habría bastado con cambiar esa pregunta por un Mamá, voy a ir. No lo sé; nunca lo sabré.
Ahora mamá dice siempre vale, le guste o no. Hacerse mayor es también eso.

Y decidiste no abrazarme.

Había dos opciones: una en la que ganábamos los dos y otra en la que solo ganaba yo.
Tú podías ganar o perder, y decidiste perder.
Todo esto me lo enseñó Kelly Clarkson.

Uno pesca hasta que tiene suficientes peces para comer y entonces para.
No pensamos en lo buenos que estarán los otros peces cuando ya tenemos la barriga llena.

Tú podías haber detenido esta pesca indiscriminada.

Y decidiste no abrazarme.

 

Fall Out Boy – HOLD ME TIGHT OR DON’T

And when your stitch comes loose I wanna sleep on every piece of fuzz and stuffing that comes out of you.

Learning how to die

Disfruto de la partida mucho más cuando sé que ya la he perdido, porque qué más da, ¿verdad?
Esas tres palabras lo cambian todo.

QUÉ. MÁS. DA.

Dejo de preocuparme por la victoria, de intentar ganar. No se puede.
Podría simplemente levantarme e irme, pero ¿quién iba a querer estar con semejante egoísta? Yo desde luego que no, y como estoy obligado a estar conmigo una vez más no tengo opción. Me quedo sentado en la mesa, y ya que estoy ahí, ¿por qué no aprovechar?

Cuando no puedes ganar es cuando más aprendes, porque ese qué más da es dinamita para las zonas de confort. No probar cosas nuevas sería una locura.
A veces funcionan, muchas otras no, pero qué más da: aprendes.
Aprendes de cada una de esas veces, sean sí o no, de las locuras que solo alguien que no tiene nada que perder es capaz de hacer; y te das cuenta de que algunas locuras en verdad no son tan locas.

Saber no ganar es todo un arte que no cualquiera es capaz de dominar: es muy difícil saber no ganar bien.

Desde que empezó nuestra partida tú y yo no teníamos nada que hacer, pero aprendimos…

 

Jon Foreman – Learning how to die

I’m gonna miss you when you’re gone.