Everybody talks

No creo que hable mal la lengua, pero claro, no es la mía, y eso se nota. Se nota, por ejemplo, en todas esas conversaciones que no entiendo, que la gente habla todo el día y yo no puedo escuchar todo el tiempo. ¿Se pueden tener encendidos los cinco sentidos a la vez? Siempre he pensado que no. ¿No dicen que los hombres no podemos hacer dos cosas a la vez? Imagínate cinco.

Vivo mi día a día entre palabras que no siempre entiendo, porque en tu idioma es fácil captar los mensajes aunque no te concentres, pero en otro cuesta, que si es de rebote no me entero, que si no pongo la oreja tururú.
Aquí hay mucho de eso.
Demasiado tururú.

Me estoy perdiendo el cincuenta por ciento de mis días: toda esa gente que habla sin parar, los que no se despegan del teléfono, los compañeros que adoran divagar. ¡Me lo estoy perdiendo todo! Y no puedo evitar recordar cómo era antes, en mi país, cuando no necesitaba esforzarme para captar toda esa información que ahora se me escapa.

¿Me explica alguien cómo he podido aguantar tantos años escuchando toda esa mierda?

 

Neon Trees – Everybody talks

All this trash talk make me itching.

You talk way too much

Hablas demasiado, y a mí a veces me gusta escuchar el silencio, que con ruido fuera me resulta imposible oír lo que hay dentro, no me concentro, no puedo. Hablas, y la mayor parte del tiempo dices cosas con sentido, pero siempre estás diciendo cosas y no me oigo, y cuando llevo un rato sin conseguir oírme me pongo nervioso, porque sé que estoy hablando pero no entiendo lo que digo: sólo te escucho a ti, y blablá, y blablá y más blablá.

Hablas demasiado. En plan mucho.
Cállate un poco.

Gracias.

 

The Strokes – You talk way too much

Give me some time, I just need a little time.

Ojalá

Me pidió que me fuera a casa y escuchara una canción, cualquiera, pero solo eso. El ejercicio consistía en sentarse, cerrar los ojos y escuchar, sin hacer absolutamente nada más. Sonreí pensando que quizá eso para el resto podría suponer un reto, pero no para mí. En mi caso se trataba de algo habitual: rutina. ¡Me paso el día escuchando música!, pensé. Y no era cierto.

Traté de recordar la última vez que lo había hecho, escuchar una canción de verdad, y no fui capaz. Hace mucho que no escucho música, admití; últimamente solo la oigo. 

Corrí hacia casa sintiéndome ese niño que vuelve ilusionado del colegio con la mochila dando bandazos, dispuesto a escuchar a oscuras Don’t stop me now hasta que dolieran los escalofríos. Dejé caer los libros sobre la moqueta del cuarto y apagué la luz; y no quería parar, pero fue Ojalá la palabra que escribieron mis dedos en el buscador.

Aún me duelen esos escalofríos.

 

La Maravillosa Orquesta del Alcohol – Ojalá

Ojalá por lo menos que me lleve la muerte, para no verte tanto, para no verte siempre.