No te echo de menos, ni te pienso, ni me acuerdo de ti cuando no estás. Esta es la excepción, aunque podría decirse que estoy escribiendo sin pensar.
Siempre escribo sin pensar.
Esta podría ser la excepción aunque no debería contar demasiado.
El resto del tiempo nada.
Luego estás y solo estás tú, y quizá solo me parece raro porque antes no era capaz de entenderlo, que no puedes vivir el momento cuando el momento no está pasando, y para qué intentarlo.
No me buscas o no lo parece, y yo tampoco, todo muy casual, pero acabamos juntos. Cada vez.
Supongo que quizá quiere decir algo, que quieres o quiero o queremos decir algo, pero qué más da: ahora no puedo vivir ese momento.
No te echo de menos. No te pienso. No me acuerdo de ti cuando no estás.
Pero a veces estás.
Uno piensa que hace falta tiempo para crear algo grande; dedicación, esfuerzo; pero a veces no es cierto: con la compañía adecuada no hacen falta más que un par de horas para construir recuerdos de esos que duran para siempre, momentos que se transforman en sonrisas de oreja a oreja ya de vuelta a la rutina.
Cuando disfrutas de cada minuto un minuto es suficiente.