Fresh air

Escaparates, ¿verdad?

Ahí estaban, todas, colocadas y ordenadas como esperándome, en fila pero de lado, todas dándome la cara,
su mejor cara,
su única cara.
Por detrás estaba su cruz, los aditivos, los colorantes, los E noséqués.
Las caras brillaban tanto que qué más daba.

Aire fresco, ponía en una, con grandes letras de colores simulando el aire.
Al parecer el aire es eso. Grande. De colores.

Fresh air, decía otra, en inglés.
Guau.
Wow.

Había decenas, ¡cientos!, que en el espacio finito de aquel escaparate el desfile no tenía fin. Infinitos idiomas, letras, diseños, colores… y yo mirándolas desde el otro lado del cristal, viendo cómo me miraban.
Ellas y yo, ahí, mirándonos las caras.

Cómo elegir, ¿verdad? Escaparates. Pero entré decidido.
¡Esa!, exclamé, seguro, directo, excitado joder; sin rastro alguno de educación o señas de no haber sido criado por una manada de lobos.
Fingieron que aquello estaba bien, que el cliente siempre tiene la razón y quizá por eso va así el mundo, y me la dieron, y pagué; no sé cuánto, la verdad, pero guau, ¡guau!, ¡wow! ¡FRESH AIR! Embotellado y con muchos colorines. No me hagáis demasiado caso, pero creo que hasta tenía algo de purpurina.
¡WOW!

No podía esperar. Cómo, ¿verdad?
La abrí emocionado.
¡Wow!
Di el primer sorbo.
¡WOW!
No podía parar.
Glup glup glup (o como sea que uno bebe en inglés).

Se acabó.

¿Wow…?

Creo que nunca me he sentido tan vacío.

 

Iseo & Dodosound – Fresh air

The less you think, the more you feel.

I don’t know my name

Es imposible que yo hubiera decidido cómo quería llamarme: nací sin saber hablar.
Mi nombre lo eligieron mis padres por mí, y supongo que tiene sentido.
Nací siendo suyo, indefenso, dependiente… y callado.
Creo que lo que más me limitó a la hora de autobautizarme fue el hecho de nacer callado.

Nombres, ¿verdad?

Se los ponemos a todo, y supongo que tiene sentido. No podemos llamar a algo que no se llama, y nos gusta llamar. ¡Nos encanta! No habríamos inventado los teléfonos de no ser así.

Damos nombre a todo lo que entra a nuestra vida, a todo lo que se hace nuestro.
Mis padres me pusieron uno, pero ¿no debería ser solo suyo?

Quizá cada persona debería ponerle nombre a toda aquella que entrara en su vida.

Quizá deberías buscarme uno para cuando me haga tuyo.

 

Grace VanderWaal – I don’t know my name

I don’t play by the rules of the game.

Liability

Mi cuerpo está ahí, a tu lado, caliente simplemente porque está vivo; yo no. Si tuviera que elegir estar de algún modo sería ausente, aunque lo más seguro es que ni siquiera llegara a elegir, pues es difícil hacer algo cuando no estás.

Yo no estoy, o estoy poco. Soy consciente de lo que ocurre, de dónde estamos, de ti. Soy consciente de todo pero lo veo desde fuera, desde un lugar frío a pesar de que se empeñe el corazón en mantenerme la temperatura. No tengo ni idea de qué lugar es ese, pero se parece demasiado a un cementerio de ideas: todas muertas, probablemente de frío.

Veo mi cuerpo, se me hincha y se me deshincha el pecho, te veo a ti. Me buscas, me miras, me tocas, me besas. Yo respondo, a veces, poco. Algún suspiro inacabado, algún beso monosílabo. Y te vale.

Odio que te conformes con eso, que te parezca suficiente un hombre que está al dos por ciento. Te odio por valorarte tan poco, por no levantarte y dejarme sentado en ese banco. Te odio por no odiarme.

Permanezco inmóvil porque no sé dónde estoy, porque en terreno desconocido uno debe andar con pies de plomo, y yo que soy un pato prefiero quedarme parado. No quiero romperlo, o quizá sí, no lo sé, pero no está bien ir rompiendo cosas sin querer.

Mi cuerpo está ahí, a tu lado, caliente; ojalá estuviera yo.
Ojalá estuviera yo, de verdad, pero no así, no inerte.
Ojalá fuera capaz de mover las piernas a pesar del frío, de volver antes de que te cansaras.

Ojalá no hiciera siempre frío.

 

Lorde – Liability

Says he made the big mistake of dancing in my storm, says it was poison.