Sleep

Soy de esos que piensa que dormir es una pérdida de tiempo, y estaba yo convencido de que no era así, ¿eh?, pero resulta que me engañaba.

Esta mañana me he despertado pronto, como siempre, más o menos una hora antes de tenerme que despertar de verdad, y me ha pasado eso que no tiene ningún sentido que es que el cerebro se active, que no pasa en mitad de la noche pero pasa cuando te metes en la cama y cuando queda poco para que salgas.
Querido cuerpo: una hora no es poco. Déjame dormir.
Esto y los pelos que crecen hacia dentro refuerzan mi falta de fe en la evolución y el cuerpo humano en general.

He empezado a darle vueltas a todo, al día que tenía por delante y tal, pensando que ojalá pudiera dormir un par de horas más. Un par mallorquín.
¿Por qué es el mundo tan injusto y no puedo dormir cuando quiero?, en plan muy dramático.

Y me he dado cuenta de que en verdad dormir no quería, que lo que quería era no hacer todas esas cosas que estaba repasando en mi agenda mental de este martes, que yo en fin de semana me levanto antes incluso porque lo que tengo por delante son cosas que disfruto, que a lo mejor esto es una definición de libro de una vida rutinaria y triste y sin sentido pero vamos a ignorar esta última frase.

Dormir es maravilloso… siempre que no haya nada mejor que hacer.

My Chemical Romance – Sleep

The hardest part is letting go of your dreams.

All my friends are falling in love

Me he quedado parado en la ducha. No es que sea un espacio que dé para mucho movimiento, pero me refiero a que estaba yo ahí inmóvil, con la cabeza en el limbo mientras me caía el agua encima. Con la canción y el plano adecuados podría haber sido una buena escena, intensa, dramática, quizá hasta emotiva; pero cuando no formas parte de una película lo único que es es un malgasto de agua.
Lo siento, de verdad.
Pasa que uno no controla donde se queda traspuesto.

No vivimos en una película, está claro, pero ojalá, ¿no? De esas fáciles, por favor, donde el chico conoce a la chica y se enamoran y todo es maravilloso y nada sale mal. De esas en las que hay un amigo que sale poco y siempre solo como elemento cómico. Que no tiene problemas, casi ni vida: su vida es solo vivir situaciones desternillantes, reírse y hacer reír. Y tiene un perro precioso.
Ojalá, pero sin ser ninguno de los protagonitas, qué pereza. Ojalá ser el amigo. Que no se centre la trama en mí: ¡que no haya trama! Que no haya drama.
Qué sueño, ¿no? Vivir de gag en gag.

Y que en alguna de mis escenas tontas mientras los otros dos se dan besitos suene esto.

The Vaccines – All my friends are falling in love

But then sometimes you should go with the flow

Feliz Navidad

Lo único que se podía ver en medio de aquella oscuridad era un árbol, o ni siquiera eso: medio árbol y la silueta del otro medio. Era un árbol de Navidad, pero solo estaba decorado por un lado. Había luces, muchas, pero también nada. Era un árbol con dos caras.

Quizá la historia te suene de algo si estabas por aquí en 2015. «Hace solo dos años», o «ya hace dos años», tú decides. La postal de entonces hablaba de las dos caras de la Navidad, porque sin dudas las tiene. Igual que los árboles. Y la verdad. Y aquel malo de Batman. Y las personas.

Todos tenemos dos caras, dicen, pero yo me puse a pensar en eso el otro día y no lo veía claro. Cómo lo vas a ver, me dije, si no te miras. Reflexionar va muy bien para verse uno por dentro, pero estábamos hablando de caras y las caras están por fuera de toda la vida, así que cogí mi cámara de fotos, la planté frente a un espejo y empecé a disparar.

Bang, bang, bang, bang, bang.

No murió nadie, que con mi puntería en una película de acción solo me dejarían ser de los malos. Saqué el carrete, lo llevé a revelar, esperé.

A los dos días me acordé de que aún no había hecho la postal de este año, y no solo eso, sino que ni siquiera tenía una idea. Suelo tener ideas, muchas, pero nada. ¿Y si había acabado todo? ¿Y si este año no había postal? Podría pasar, supuse.
Lo puse en Facebook. Hubo un poquito de drama. Definitivamente soy de los malos.

Un par de días más tarde recogí las fotos, abrí el sobre ese naranja y confirmé lo que llevaba una semana temiendo: ¡solo tenía una cara! De verdad, yo sabía que eran fotos diferentes porque recordaba el olor a pólvora tras cada estallido, pero iba pasándolas y no había manera de distinguir una del resto, lo cual me dio una idea.

Me había puesto triste al principio, llegando incluso a sentirme incompleto, menos que los demás. ¿Por qué esa otra gente tenía dos caras y yo no? Luego me había dado cuenta de que no era cierto, de que quizá tener dos caras no era lo más óptimo. A fin de cuentas nadie quiere ser un malo de Batman (ni un árbol).

Desnudé la mitad de un árbol que no quería ser, vestí mi (única) cara con su ropa y volví a hacerme fotos. Muchas. Usé el móvil esta vez.
La cara seguía siendo la misma, pero gracias a las luces cada foto era diferente.
¡Podía demostrarle oficialmente al mundo que solo tenía una cara!
Me pareció buena idea hacer eso en Navidad.


Ha sido un año raro, supongo, pero raro bien. Me he ido, un poco más de lo que ya me había ido antes, pero irse también es llegar, y estoy muy bien donde he llegado. Casa es donde uno está rodeado de gente que solo tiene una cara, y yo tengo la suerte de poder llamar casa a muchos sitios. Si eso no es Navidad yo no sé qué lo es.
Siempre veo vuestra cara, porque entre selfi y selfi miro hacia dentro y ahí estáis.
Y a veces me río y me sale vuestra risa.
Y a veces hablo y soy vosotros.
Feliz Navidad.
Postal_2017