Si tú me dices ven

A mí la lluvia me gusta desde el sofá, cuando la veo aporrear el cristal desde el otro lado mientras estoy calentito bajo mi manta.
Me encanta la lluvia, pero que no me moje.

Me pasa con la lluvia igual que con el fútbol, que no le veo sentido desde detrás de un muro, que si no puedo jugar ¿qué gracia tiene?
El deporte no es deporte si no sudas;
la lluvia no es lluvia si no te empapa.

Me asomo a la ventana eres la chica de ayer, respiro, la veo caer.
Huele a verano, a tierra, a mar. A ti.
La oigo golpear el suelo, llamarme.
No sé decirle que no.

Si tú me dices ven lo dejo todo.
Hasta el paraguas.

 

Los Panchos – Si tú me dices ven

No detengas el momento por la indecisiones.

Si pongo corazón

Si hago deporte es por el mismo motivo por el que me tomo una copa de vino al día: porque es bueno para el corazón; que se está volviendo frío el mundo, esto solo se calienta queriendo y se quiere mejor con un corazón fuerte; y a aquel que me diga que está esta asociación cogida con pinzas le contestaré que si la Luna mueve las mareas sin que nadie se lo discuta yo puedo darle calor al mundo, que estoy más cerca.

Ese es mi consejo, que hagáis deporte aunque no os guste, que bebáis vino.
Si os tengo que ser sincero yo lo detesto, el vino, pero es por el corazón.

Hagáis lo que hagáis ponedle corazón, que se está volviendo frío el mundo.

 

Rosana – Si pongo corazón

Déjame volar aunque tropiece con el cielo.

Save yourself, I’ll hold them back

Estaba hablando el otro día con un hombre de, no sé, cuarenta años quizá (soy malísimo para eso de las edades), y me preguntó qué iba a hacer estas vacaciones. Voy a hacer surf, le dije. Me contó entonces que él siempre había querido probarlo, a lo que respondí que lo hiciera, que le gustaría. Ya es tarde para mí, zanjó; tal cual, como cuando en una película acecha la tragedia y alguien tiene que sacrificarse para evitar el apocalipsis. Él había decidido ser ese alguien, pero el caso es que no había apocalipsis ni tragedia ni nada, que por no haber no había ni nubes en el cielo, ni una siquiera. Nunca es tarde, insistí, por aquello de tratar de ser positivo. Para mí sí.
Para qué seguir, ¿verdad?

Me dio pena, porque estamos hablando de una persona joven, sana y con un buen trabajo. En otras circunstancias podría haberlo entendido, pero así, sinceramente, no. ¿En qué momento de tu vida decides que ya es tarde para probar cosas nuevas cuando, si todo va bien, te queda más de la mitad del camino por recorrer?
Supongo que lo que me dio pena realmente fue pensar que a lo mejor diez años atrás esa misma persona veía el mundo como lo veo yo hoy, que quizá su yo del pasado también se habría estremecido al descubrir que su rendición era inminente.

Desde aquella conversación la pregunta está ahí, rondándome. Intento no hacerle mucho caso, pero de vez en cuando asoma: ¿me rendiré yo también? Leyendo las noticias esta mañana encuentro la respuesta: una mujer búlgara de 80 años ha saltado desde el puente Europa, en Austria, a 192 metros de altura; con cuerda, claro. Se trata, según leo, de uno de los diez lugares más peligrosos del mundo desde el que hacer puenting, y ahí que ha ido ella, dispuesta a cumplir su sueño tras 13 años de experiencias extremas. Echando cuentas, la mujer en cuestión empezó en eso a los 67 años. En ningún momento se le ocurrió pensar que ya era tarde para ella.

Vuelve una última vez la pregunta, consciente de que será la última vez que me visite: ¿me rendiré yo también?
Sonrío mientras se aleja.

My Chemical Romance – Save yourself, I’ll hold them back

We can live forever if you’ve got the time.