Zombies

Miro a mi alrededor cuando estoy en una sala de espera, en un ascensor, en un avión. Miro a mi alrededor y analizo una a una a todas esas personas con las que comparto el espacio. Pienso en cómo serán en su día a día, en sus inquietudes, en qué estarán pensando. Quizá esas personas estén pensando en el resto de personas con las que comparten el espacio. Quizá no.

Miro a mi alrededor cuando estoy en un autobús, en la cola del supermercado, en mitad de una reunión. Miro a toda esa gente y pienso en qué pasaría si pasara algo, una tragedia menor, un susto. Pienso en cómo reaccionaríamos ante lo inesperado, en quién haría qué, en qué pasaría luego.

Normalmente acabo pensando que lo mejor es que no pase nada, pero hay veces que el grupo promete tanto que no puedo evitar desear por un momento que llegue el drama. Por ver qué tal.
Estoy enfermo, ¿verdad?

A veces solo deseo que se vaya la luz, que se bloqueen las puertas, que entren los zombis. Sobre todo que entren los zombis.

 

Childish Gambino – Zombies

All I see is zombies walking all around us.
You can hear them coming (they come to take your life).

The blues

Existen infinidad de mundos dentro de este: mundos compartidos, mundos personales, mundos que se crean y se destruyen a tal velocidad que apenas inclinan la balanza.
Cuando hablamos del mundo, ajenos a los demás, hablamos solo del nuestro.
Se está cayendo el mundo constantemente sin que cambie nada, porque un mundo no es nada para el mundo.

Se estaba cayendo el mundo, mucho y muy fuerte. Supongo que es cosa de la edad, pero me cuesta cada vez más soportar sonidos estridentes, y ese es el tipo de ruidos que provoca el mundo cuando se cae.
Se estaba cayendo mi mundo y lo único que hacía yo era mirar el móvil.
¿Por qué no corrías?, estarás pensando. Si el mundo se cae lo suyo debería ser buscar refugio. Eso es precisamente lo que estaba haciendo: buscar refugio. Tu refugio.

Se dice que hay palabras que protegen, que curan, lo que sea. Yo quería esas palabras. Quería que te dieras cuenta de que mi mundo se estaba yendo a la mierda y llamaras o escribieras para decirme que todo iba a salir bien. Quería que tú fueras mi refugio y que vinieras a mí. Y no venías.

No estaba solo en absoluto, pero era como si quisiera estarlo, con esa actitud infantil de rechazar todo aquello que no es lo que has dicho que quieres, aunque sea mejor. Ahí estaba toda esa gente sosteniendo el techo con sus manos mientras yo miraba un teléfono que no sonaba sumido en la desgracia de estar solo.
Temblaba mi mundo y se tambaleaban con él otros tantos, pero yo solo podía ver que el tuyo no se movía, que nuestros mundos no se tocaban en ningún punto y por qué no estás aquí.

No sé por qué hice eso, por qué a veces hacemos eso. No entiendo por qué le damos importancia a quien no está y no miramos a quien sí lo hace.
Luego nos sorprende que se venga el mundo abajo.

 

Switchfoot – The blues

It’ll be a day like this one when the world caves in.

Save yourself, I’ll hold them back

Estaba hablando el otro día con un hombre de, no sé, cuarenta años quizá (soy malísimo para eso de las edades), y me preguntó qué iba a hacer estas vacaciones. Voy a hacer surf, le dije. Me contó entonces que él siempre había querido probarlo, a lo que respondí que lo hiciera, que le gustaría. Ya es tarde para mí, zanjó; tal cual, como cuando en una película acecha la tragedia y alguien tiene que sacrificarse para evitar el apocalipsis. Él había decidido ser ese alguien, pero el caso es que no había apocalipsis ni tragedia ni nada, que por no haber no había ni nubes en el cielo, ni una siquiera. Nunca es tarde, insistí, por aquello de tratar de ser positivo. Para mí sí.
Para qué seguir, ¿verdad?

Me dio pena, porque estamos hablando de una persona joven, sana y con un buen trabajo. En otras circunstancias podría haberlo entendido, pero así, sinceramente, no. ¿En qué momento de tu vida decides que ya es tarde para probar cosas nuevas cuando, si todo va bien, te queda más de la mitad del camino por recorrer?
Supongo que lo que me dio pena realmente fue pensar que a lo mejor diez años atrás esa misma persona veía el mundo como lo veo yo hoy, que quizá su yo del pasado también se habría estremecido al descubrir que su rendición era inminente.

Desde aquella conversación la pregunta está ahí, rondándome. Intento no hacerle mucho caso, pero de vez en cuando asoma: ¿me rendiré yo también? Leyendo las noticias esta mañana encuentro la respuesta: una mujer búlgara de 80 años ha saltado desde el puente Europa, en Austria, a 192 metros de altura; con cuerda, claro. Se trata, según leo, de uno de los diez lugares más peligrosos del mundo desde el que hacer puenting, y ahí que ha ido ella, dispuesta a cumplir su sueño tras 13 años de experiencias extremas. Echando cuentas, la mujer en cuestión empezó en eso a los 67 años. En ningún momento se le ocurrió pensar que ya era tarde para ella.

Vuelve una última vez la pregunta, consciente de que será la última vez que me visite: ¿me rendiré yo también?
Sonrío mientras se aleja.

My Chemical Romance – Save yourself, I’ll hold them back

We can live forever if you’ve got the time.