Camino por la calle. Llueve. Resuenan en mis oídos canciones tristes.
Se me eriza la piel.
Sonrío.
Siento esa música: penetra en mí, me alcanza las entrañas… vibro.
No puedo dejar de sonreír.
Siento esa música pero no la comparto. No me identifico. No hay manera.
No consigo encontrar una pena que me apague la sonrisa.
Siento lo que siente ese que no encuentra lo que ha perdido: las llaves, el móvil, el amor.
Siento exactamente eso.
No sé qué he hecho con las penas.
Juanes – No siento penas
Ni confusión de ninguna naturaleza.
Laspenasno se pierden pero si se transforman seguramente tu conseguiste eso
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¿Se pueden transformar en algo bueno?
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Conozco bien la canción. Hay veces que estamos en un estado de plena calma. No quiere decir que no vendrán más penas, dolores de cabeza, ni confusiones, solo estamos en un espacio de tranquilidad para prepararnos para la próxima batalla. Ahí es que agarramos fuerza. Besitos.
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Pero también aprendemos a luchar, y aprendemos a hacerlo sin dejar que nos afecte tanto la batalla. Supongo que poco a poco conseguimos enfrentarnos a situaciones que antes nos consumían y que apenas nos hagan daño. Madurar debe ser eso. Un abrazo.
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Bueno querido, yo que he vivido un poquito más (solo un poquito, jejeje), te diría que tienes razón en parte. Aprende uno a vivir, a que no te consuman tanto las penas, a escoger las batallas, pero hay algunas cosas que te golpean tan fuerte que no hay coraza que valga. Con los años aprendes al mandar al cara…al que viene a joder, pero eres más debil físicamente. Es compleja la existencia, pero sin duda maravillosa.
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Otra de esas reflexiones que me deja al mismo tiempo reflexionando y momentáneamente sin palabras. Me gusta cuando haces eso, dejarme pensando 🙂
Un abrazo grande.
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Esa también es otra de las maravillas de la existencia. La posibilidad de reflexionar. Besos.
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