Por un instante permanecen inmóviles, una al lado de la otra, sin tocarse pero abrazadas en su pensamiento. Es algo que tienen que hacer solas aunque lo hagan en compañía. Saben que están juntas en esto.
Miran hacia abajo y tienen miedo. Una cosa es planearlo o hablar de ello, pero hacerlo… Le han dado mil vueltas al plan, lo han discutido durante días, aunque ahora que ha llegado el momento todo parece más difuso. ¿Cuál era el primer paso?
Conocen la respuesta, pues el único paso del plan consiste en eso, en dar el paso.
Al borde del precipicio a uno siempre le entran las dudas.
Podemos vivir a un segundo de un abismo e ignorarlo a diario, no ver el elefante que hay en mitad del salón aunque tengamos que rodearlo cada día para cruzar la estancia. Podemos vivir así, y lo hacemos; así como no lo hacen las avestruces, escondiendo nuestra cabeza en lo que sea que nos hace de tierra, porque no ver el problema no hace que no exista, pero alivia.
Se asoman al precipicio y creen sentir vértigo. ¿Cómo estás seguro de lo que estás sintiendo cuando nunca lo has sentido antes? Nunca antes habían mirado, y estaba, y sabían que estaba, pero ¿para qué? Habían oído historias, leyendas de otras que se atrevieron antes, hazañas suicidas con final incierto. Esta vez las protagonistas son ellas, las valientes o las locas, las que han decidido arrojarse al vacío, saltar a una vida mejor o a una horrible muerte.
Piensan en todo lo que abandonan pero no miran atrás. Están convencidas de que un simple vistazo puede frenarlas, impedir que se atrevan a hacerlo. Recuerdan y dicen adiós, un ritual que algunas han repetido hasta cien veces en tan solo un minuto.
Ese último minuto ha sido eterno.
Aún no se mueven.
Ella, la que nunca destacó por nada, la que se limitó a fluir y a dejar que la arrastrara el viento, se arma de valor y se dispone a hacerlo. No dice nada, pero sus compañeras lo sienten. Todas notan cómo se suelta de ese abrazo invisible en el que estaban sumidas.
Son conscientes de que se va: es el momento.
Todas la ven saltar.
Todas la ven caer.
Todas…
Switchfoot – Dare you to move
What happens next? What happens next?
Al llegar el otoño cayó, con la primera ráfaga de viento. Era un atardecer oscuro y triste.Solo rodearon su caída la soledad y el silencio. Pero bastaba mirar hacia arriba para comprender que algo importante faltaba allí.
Buenas noches corazón.
Me gustaLe gusta a 1 persona
¿Es una hoja? ¡Dime que es una hoja! ¿A que soy listo? 😛
En mi historia no son hojas… jeje
¡Buenos días!
Me gustaMe gusta
Es lo y le place jajaja
Me gustaLe gusta a 1 persona
🙂
Me gustaMe gusta
Saltó, salté…
Me gustaLe gusta a 1 persona
¿Qué tal fue el descenso?
Me gustaLe gusta a 1 persona
Pues a mi me dan susto las alturas…
Me gustaLe gusta a 1 persona
Entonces saltar es lo más acertado: cuanto más bajas más pequeña es la altura.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Seguiré saltando Ztita, hasta que se me quite el miedo.
Me gustaLe gusta a 1 persona