Tras habernos alejado del resto, persiguiéndonos el uno al otro hasta aquel banco de piedra, nos sentamos bajo un cielo lleno de estrellas solo para quedarnos embobados mirándonos los pies.
– ¿Son feos, verdad? – dijiste.
– ¿Cómo?
– Mis pies.
¡Por supuesto que lo eran! Los pies son como los niños recién nacidos, pero a quién le importa: son solo pies.
– La verdad es que no importa – continuaste -. No son más que pies.
Es curioso cómo funciona todo, que nunca son las grandes cosas sino los detalles.
Fue en ese momento cuando me di cuenta, hablando de tus pies. Fue entonces cuando fui consciente por primera vez de que te quería.
Es curioso cómo funciona todo, que a veces te pasas la vida buscando algo y cuando lo tienes delante te entra el miedo y lo dejas ir. La vida no me la había pasado buscándote, pero cuando uno tiene veinte años nueve meses son un mundo, y ahí estábamos, tú con tu hombro contra el mío y yo con el corazón en el puño que no estaba a punto de cogerte la mano.
Seguimos mirando hacia abajo durante minutos, o quizá horas, que el tiempo perdió el sentido cuando se quedó atrapado en el cruce de nuestros dedos. Nos encontrábamos en la cima de un momento que hacía gala de ese tipo de perfección cuya existencia niegan esos que nunca han amado. Eran solo pies, pero si alguien me lo hubiera ofrecido me habría quedado mirándolos hasta el final, fuera cuando fuera eso.
El problema fue que nadie me lo ofreció.
Y que de la cima solo se puede ir hacia abajo.
The Honorary Title – Points underneath
Now don’t ever leave me all alone, not this evening, I am cold and shivering without you near.
Al menos siempre podrás recordar la cima, incluso tal vez vuelvas algún día, y la sensación al descubrir sentimientos es una de las mejores del mundo! Por cierto, mis pies son preciosos, que lo sepas, jajaja.
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Jaja no me cabe la menor duda. ¡Un abrazo!
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Siempre hay cimas más altas y pies más bonitos que mirar. Aunque bonitos, lo que se dice, bonitos he visto muy pocos jejeje.
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Los pies son feos. Punto.
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Ay, los pies… Los míos son grandes y los dedos parecen guineos niño. Ya sé, no tienes idea de que son guineos niño. Pues te explico. Son unas bananas pequeñitas y gorditas. Así son mis pies y mis dedos … Grandes y gordos. Jamás habría podido ser una Geisha… Pero no importa… Mis pies me han llevado por la vida, por el camino, me han sostenido… Qué más da, no? Son útiles y ya.
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¡Cómo me gusta aprender palabras nuevas contigo! Lo importante, como dices, es todo lo que has recorrido con ellos, no el aspecto que puedan tener. ¿Quién querría tener unos pies preciosos con los que no pudiera caminar?
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