Como un burro amarrado en la puerta del baile

Uno lucha, se esfuerza, persigue una meta con ahínco hasta lograrla. Una vez conseguida, después del duro trabajo, no resulta descabellado que ese uno quiera pararse a disfrutar.
Porque se lo ha ganado.

¿Has intentado alguna vez subirte a un burro? El burro no se deja, se resiste, intenta quitarte de encima con todas sus fuerzas. No es tarea fácil, pero una vez montado ¿por qué no dar un paseo?

A veces se alinean los planetas y se consiguen las cosas más difíciles a la primera, como por arte de magia. Sigue sin resultar descabellado que uno quiera pararse a disfrutar, que no es costumbre que sonría el azar, y por qué no.
A pesar de que no se lo haya ganado.

Me subí a tu burro nada más verte, sin querer, sin saltar, sin esforzarme; fue cruzarme con tus ojos y preguntarme por qué habían dejado mis pies de tocar el suelo. No me costó, no luché, pero estoy arriba y, consciente de lo que suele costar asentarse, no veo por qué no debería darme un paseo.
Aunque esté el burro jodidamente loco.

Quizá nunca tenga sentido bajarse del burro.

 

El Último de la Fila – Como un burro amarrado en la puerta del baile

Me tiré de cabeza y me arrastró la corriente.

5 comentarios sobre “Como un burro amarrado en la puerta del baile

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