Lo saben mis zapatos

Me dice que voy a acabar haciéndome daño. Yo le contesto que no, que lo tengo todo controlado. Miento, aunque lo cierto es que no lo hago al cien por cien, pues no es el tema que vaya a acabar haciéndome daño sino que ya me lo esté haciendo.
Odio que siempre tenga razón.

Lo tengo todo controlado, repito, ya para mí mismo.
Es una de esas cosas que sé que no son verdad pero me dedico a repetir hasta convencerme de lo contrario.
Lo tengo todo controlado, una vez tras otra, y el hecho es que estoy jodido.

Estoy jodido porque suena esa canción, cierro los ojos porque no puedo dejarlos abiertos y apareces, aunque no quiera(s). La cosa es precisamente esa, que si uno no quiere dos no se pelean, y no quieres, pero soy un guerrero que aunque quiera no querer lleva dentro eso de las peleas.
Los que se pelean se desean, y si algo quiero yo es pelearme contigo.
Pero no quieres.

La putada es que cuando te metes en la guerra cuesta parar, que te lías a cortar cabezas y luego no ves el momento de decir basta, porque el daño ya está hecho y qué sentido va a tener dejarlo a medias.
Me dice que voy a acabar haciéndome daño como si estuviera planteándome ir a la guerra cuando llevo ya veinte batallas. Le contesto que lo tengo todo controlado, y lo tengo, todo lo controlado que puede tenerse ese todo desde el frente.

Le hablo entonces de esa guerra de la que no he hablado hasta ahora con nadie, del enemigo. Le cuento lo que siento, lo que pienso y cuántas veces lo pienso a lo largo del día. Le hablo de eso que sé que no va a pasar pero deseo que ocurra, de lo imposible, de una victoria que al solo beneficiarme a mí terminaría consumiéndome.

Vivo convencido de que soy capaz de mantener sellados herméticamente todos mis secretos, pero de algún modo ha conseguido de nuevo convertirme en un tupper del Mercadona de esos de los que se sale todo, y aunque se haya quedado la bolsa perdida reconforta.

Supongo que la madurez es esa cualidad que me permite escuchar y entender que sus palabras significan que ha llegado la hora de acabar con esta masacre sin sentido, que no puedo seguir así.
Le prometo que lo haré, que voy a dejar las armas.
Lo que no le cuento es que pienso matarte primero.

 

Pablo López – Lo saben mis zapatos

Yo te quiero matar y no lo sabe nadie.

11 comentarios sobre “Lo saben mis zapatos

  1. Jo, pues te diría mogollón de cosas pero será tela así que te pongo un par de puntos y luego te explico lo que me a venido a la cabeza al leerte.
    *No hay nada como tenerlo todo perdectamente descontrolado…
    *Cuando te dicen que te vas a hacer daño, ya la has cagado, de hecho cuando hablas del «enemigo» ya estas metido hasta el cuello jajajaja
    *Los tuppers de mercadona son el mal.
    *Bendita música…
    *Y hablando de música, me encanta esta canción y mira que al principio este chico ni fu ni fa.
    *Me ha ENCANTADO la entrada.
    ***
    Te he leído y ya sé que no tiene nada que ver pero me has recordado a cuando me quería pelear con mi hermano y mi madre siempre decía «acabareis peleando» jajajaja… Reconozco que era/soy bastante porculera y si tenía un día con ganas de peleilla si hacia falta le hacía cosquillas en los pies, le hacia un kamehame, me tiraba por encima o si era necesario le metía el dedo en el ojo 😜… El caso es que terminaba por caer, que en fondo también quería pero igual tenía el día despistado jajajaja
    Supongo que se trata de que quiera pero también buscar la pelea, ¿no? 😉
    Un abrazo gigante, descansa mucho!!!

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    1. ¡Con lo del kamehame me has matado! Bonito comentario kilométrico, pero es que contigo me pasa una cosa, y es que si me comentas solo dos frases me preocupo 😛
      Yo tampoco es que fuera muy fan de este señor, y de hecho cuando escuché por primera vez esta canción pensé «bah», pero luego la escuché bien y dije «¡Coño, pero si es preciosa!», y enamorado que me tiene.
      No sé de qué se trata, la verdad, o quizá sí: se trata de vivir, y que sea lo que tenga que ser.
      Un abrazo muuuuuuuy grande para ti. Espero que hayas tenido un buen lunes 😉

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  2. No me gusta pelear, pero como jodo cuando peleo… NO paro, que joder… Me entra como una culebrilla y sigo, sigo, sigo como un demonio o mejor, como un dragón cada vez más incendiario… Pero en serio, no me gusta pelear, me agoto y no me gusta sentirme agotada. Contigo no peleo, que va… tu eres un amor, pero de seguro, como eres mi gemelo cuando peleas eres un dragón…

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    1. ¡No podrías tener más razón! No me suele gustar, aunque a veces debo confesar que sí lo busco, un poco como todos, ¿no? Jaja. Eso sí, cuando lo hago lo hago con todas mis energías, como un dragón.

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