Cuando se cierra la puerta

Primera parte


Esta no es manera de vivir, pensó, que no puedo aferrarme a un paraguas como si fuera tu brazo.

La cogió una última vez de la mano y recorrió a su lado el pasillo, dejando que los mojara la lluvia que en su cabeza no dejaba de caer. En pie ante la puerta que daba fin al corredor le pidió perdón, le prometió que ella siempre estaría con él pero no así, no en un eterno día gris. Ya ha llovido demasiado, y yo qué sé, a lo mejor hay algo detrás de tanta nube.
El polvo que moraba ahí dentro le hizo toser dos veces tras abrir despacio la puerta. Aquella habitación era el cajón donde uno va dejando los bolígrafos que casi no pintan, las pilas medio gastadas y los trozos de goma de borrar que resultan de su mitosis, pero a gran a escala. Era la típica estancia que nunca está bien iluminada, que tiene trapos colgando del manillar de una bici estática y libros amontonados sobre su sillín.

Sin permitir que sus pies cruzaran el marco de la puerta, acompañó adentro el paraguas con sus manos, respirando hondo, como se respira al prepararse para un momento especialmente complicado. No te enfades, ¿vale?
Entornó inconscientemente los ojos, apretó la mano izquierda contra la madera curvada y deslizó los dedos índice y pulgar de su mano derecha desde la parte superior del mango hasta la punta del bastón, sintiendo cómo el aire que exhalaba arrastraba el objeto hacia la penumbra, cuando en realidad lo hacían sus manos.
Miró un instante y lo vio suspendido en el aire, y llovía, y ella temblaba debajo buscando un brazo que ya no estaba allí.

Cerró la puerta antes de verlo caer, cosa que le impidió distinguir qué había caído con él, pues pudo oír como algo lo hacía.
Apretó su espalda contra el barniz gastado que sellaba aquel trastero como si quisiera impedir que algo o alguien la abriera desde el otro lado. Quiso apoyar allí todo su peso pero se sentía incapaz, extrañamente liviano.
En contra de lo que esperaba, la puerta no tembló ni una vez, así que se apartó de ella.

Recorriendo el pasillo de vuelta hacia el salón, esta vez solo, escuchó enmudecer el rumor de unas gotas de lluvia que, por primera vez en mucho tiempo, caían en un suelo distinto al que pisaban sus zapatos.


Tercera parte – Final


El Puchero del Hortelano – Cuando se cierra la puerta

Cuando se cierra la puerta se abre el balcón que da a la calle.

11 comentarios sobre “Cuando se cierra la puerta

  1. Sin desprestigiar esta parte me quedo con el inicio; no se muy bien porque me ha faltado un poco mas de ti; el que escribieras mas como tu. Ahora esta frase no tiene desperdicio:Aquella habitación era el cajón donde uno va dejando los bolígrafos que casi no pintan, las pilas medio gastadas y los trozos de goma de borrar que resultan de su mitosis, pero a gran a escala.
    Espero no haber sido demasiado sincera

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    1. La sinceridad no es mala en absoluto, así que no te preocupes, que agradezco mucho el comentario. No sé si quizá no escribo más «como yo» porque es algo distinto, que en otras entradas muchas veces de una forma u otra soy yo el protagonista pero en este caso estoy más lejos de la historia. O a lo mejor es que simplemente no estaba inspirado 😛 ¡Un abrazo!

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      1. Creo q hay algo diferente pero no creo que sea falta de inspiración sino quizà de atrevimiento ;aunq no me tengas muy en cuenta. Yo no tengo ni idea solo por lo que me transmitió puede ser como tu dices q simplemente te viera más alejado

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  2. Esta historia tiene un halo de tristeza que destiñe melancolía a medida que caen las gotas.
    Aunque creo que ya sabes que me fascinan las historias o escenas en las que tu vena ñoña brilla «me hacen volar». También reconozco que tiene que haber de todo y esta «aunque más triste» también le veo un fondo bonito.
    Y claro que hay algo detrás de tanta nube, esta claro que si!!!
    Descansa mucho..

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    1. Un fondo bonito tiene, al menos en mi cabeza, que de lo que pienso a lo que escribo a veces hay una gran diferencia; no siempre me sale como imagino. Veamos si/cómo sigue 😛
      ¡Un abrazo fuerte para empezar el martes!

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  3. Pingback: Morning comes | Z

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