Me tumbo en el césped, miro hacia el cielo y no veo más que eso, cielo, olvidando por un instante que estoy en mitad de la ciudad. La oscuridad de la noche se extiende en todas direcciones y no acaba. No entran en mi campo de visión ni edificios ni farolas. De un lado el cielo, del otro yo.
Veo ahí arriba, como en una esquina, una luna tímida con forma de ce que se encoge por momentos. No quiere protagonismo, ni que la miren. Hoy está como sin estar, aún decreciente pero ya sintiéndose nueva. Comprendo su silencio, lo comparto y dirijo mi mirada hacia otra parte.
Reina un negro profundo, constante, pero a medida que mis ojos se adaptan a la ausencia de luz percibo que en realidad está salpicado por diminutos puntos blancos. A diferencia de la luna, estos van haciéndose más vivos. Me concentro en ellos, no en todos a la vez pues se cuentan por decenas, quizá ya por cientos, sino saltando de uno a otro. Parecen iguales, si bien en el fondo son todos diferentes: cada destello es una esencia, una historia…
Entra en la imagen, desde abajo, una especie de humo blanco. Vapor quizá. Tardo exactamente tres segundos en darme cuenta de que se origina en mí. Nada que ver con que justo antes de tumbarme haya estado corriendo. Se trata de algo diferente, más místico, mágico si quieres.
Lo ignoro para volver a las estrellas. ¿Por cuál iba? Ah sí, tú…
Es posar mis ojos en ella y atravesarme el cuerpo un escalofrío. Es una locura, pero juro que me ha visto. Pasa a veces que miras a alguien desde lejos, medio escondido, y descubres que está mirando hacia ti. Nunca me había ocurrido con una estrella, aunque ¿por qué no? Miramos constantemente hacia arriba… ¿por qué no iban a mirar ellas hacia abajo?
La idea revuelve todo lo que creía saber.
Me encuentro de pronto arriba, muy lejos, dejando a la estrella en el lugar que ocupaba yo antes. No puedo moverme y tengo frío, pero veo con total claridad: están ahí abajo, todas, millones de estrellas, mirando hacia arriba como aquel que ha perdido algo. Desconozco qué esperan encontrar, qué busca la atenta mirada de aquella que yo contemplaba hace un segundo, pero quiero ser yo. Lucho por brillar más fuerte que el resto. Elígeme a mí, suplico, por favor.
Noto que me falta el aire, que se me hincha el pecho y se eleva, o desciende, atraído por la estrella. Sigo en el mismo punto, pero mi cuerpo se arquea y vuelve el humo. Somos lo mismo, ella y yo, somos estrellas. No es vapor ese vapor sino energía, mi energía, que vuelve al lugar del que una vez salió. Es suyo, que aquí estamos de prestado, y lo reclama. Me ha elegido. La he encontrado.
No miramos las estrellas para entender de dónde venimos, sino de cuál.
Grace Potter and The Nocturnals – Stars
They make me wonder where you are.
Hoy te dejo un beso estrellado.. pues por que me apetece ale.
😘
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¡Pues otro para ti! Y un abrazo ya puestos 😉
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Me encanta!!! me voy a dormir y a soñar con estrellas.*
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A lo mejor las estrellas también sueñan contigo 😉 ¡Buenas noches!
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¿Te acuerdas en tu cumple la de estrellas que habia? 🙂
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¡Sí! ¡Tenemos que repetirlo! A lo mejor habían venido todas a la fiesta 😉
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Tu eres mi estrella. Muaks
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Un beso estrellado, como dice Loli 😉 :*
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Que bonito, las estrellas y tu, muy buena historia 🙂
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¡Muchas gracias! Un abrazo 😉
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