No recuerdo exactamente cuándo fue la primera vez que crucé aquella puerta, pero ya estaba allí.
En el portal de mi edificio hay una alfombra. Lisa. Negra.
Cuando eres incapaz de decir en qué momento entró algo a formar parte de tu vida puedes afirmar que ese algo ha estado siempre ahí, aunque sepas que es mentira. Tu mente no te lo echará en cara.
Aquella alfombra, como internet, ha estado siempre ahí, en el portal, dándome la bienvenida nada más entrar.

Al no saber cuándo fue ese instante en el que compartimos por primera vez un mismo espacio me es imposible ponerle una fecha a lo que estoy a punto de decir, pero fue entonces cuando tuve claro que debajo de ese rectángulo negro, en contra de las apariencias, lo que había era un enorme agujero que me convertiría, de caer en él, en prisionero de los malos. Siempre son ellos, los malos, quienes están detrás de estas cosas.
Afortunadamente, los buenos, no necesariamente por serlo, sino por no pertenecer al grupo de los malos, somos ligeramente más inteligentes que aquellos que nos tienen declarada la guerra; y yo, que me di cuenta enseguida de que aquello era una trampa, pasé bordeando la alfombra, disimulando una sonrisa victoriosa.

Sucedió esa anécdota hace eones, justo en el punto en el que comenzó el concepto siempre, pero a día de hoy sigo sin haber pisado esa alfombra ni una sola vez. Parece estúpido, porque sé que lo único que oculta son más baldosas, que no me pasará nada si le pongo un pie encima, que no caeré preso en manos de los malos; pero son estos detalles, en plural puesto que hay miles, los que hacen que mi mundo siga lleno de magia a una edad a la que probablemente ya no toca.

Coyote Theory – It’s a trap!

I’m trying to stay alive, you’re ready to attack.