It’s my own cheating heart that makes me cry

No soy celoso ni creyente, pero juro por Dios que anoche lo habría matado.

Llevaba tiempo mirándote desde lejos. Es muy de mi estilo, lo de mirar de lejos; y a ti te llevo mucho tiempo mirando, desde muy lejos; desde tan lejos que me resulta imposible verte, pero sé que estás ahí, o lo imagino… y te miro.
Tú finges no querer devolverme la mirada, pero sé que te mueres de ganas, o lo imagino… y me miras. Tampoco puedes verme, principalmente por lo de estar muy lejos, pero en algún punto del espacio que nos separa nuestras miradas, que son incapaces de encontrarse, se cruzan.
Tomemos esto como el punto de partida.

Que llevaba tiempo mirándote desde lejos ya ha quedado claro. Lo de anoche fue diferente, un paso más. Te estaba observando sin verte, como de costumbre, y entonces te vi, real, con tus brazos, con tus piernas, con tu nariz y tus ojos. Sobre todo con tus ojos. Si no hubieras tenido tus ojos habría sabido que no eras tú. Podría haberte faltado cualquier otra cosa, qué sé yo, un brazo, o mejor una pierna (no podrías rascarte los pies con los pies, pero creo que echarías más en falta un brazo), y aún así habría sido capaz de reconocerte. No sin tus ojos.
Me desvío otra vez.
Estabas ahí, frente a mí, con la fiesta a punto de terminar y mis ojos encima, ardiendo y sin apartarse. Cuando acaba de sonar la última canción uno debe decidir qué hacer a continuación. Yo lo tenía claro. Tú también: que tenías sueño decías, y cerrando la puerta me dejabas otra vez mirándote sin verte. Me debatía unos minutos entre el lo hago y el no lo hago y acababa decidiendo que lo haría, que abriría la puerta y te diría algo que no había pensado aún. Lo hacía. Menos mal que no había perdido el tiempo preparándome el discurso, porque al ver su cuerpo sobre el tuyo me habría sentido aún más estúpido de lo que ya me sentía. Volvía a cerrar la puerta con cuidado de no hacer ruido, apoyaba mi espalda contra ella y me dejaba resbalar hasta alcanzar el suelo, como en las películas, sin tener del todo claro por qué lloraba.
Parecía que no había tenido suficiente, que aún podía hacerme más daño, así que decidía asomarme una última vez y desgarrarme un poco más el corazón. Seguíais ahí, sudando. Me daba entonces cuenta de que aquellos ojos que no me miraban no eran los tuyos, de que tú no eras tú, sino que dormías boca abajo en otra cama. Sin compañía. Aún.

Glasvegas – It’s my own cheating heart that makes me cry

Everybody’s doing it, so why cant I?

9 comentarios sobre “It’s my own cheating heart that makes me cry

  1. Me molan este tipo de entradas, así como lo explicas parece que uno puede sentirte dentro de ese situación observando lo que pasa.. 😊
    Me gusta lo que escribes, me gusta leerte..

    Le gusta a 2 personas

    1. El tiempo lo cambia todo. Este escrito, a pesar de estar publicado aquí hace casi un año, es anterior incluso, no recuerdo exactamente de cuándo, pero podría tener fácilmente… ¿tres años? ¿Cuatro? Me gusta que hayas notado cambio, porque si uno no cambia no evoluciona.
      ¡Un abrazo!

      Me gusta

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s