The book

Estaba leyéndome el libro, a mi ritmo, igual seis páginas por día, que leo antes de dormir y enseguida me vence el sueño; pero lo disfrutaba. Disfrutaba esos momentos tanto o más que el resto de momentos que vivía a lo largo del día, porque eran breves pero eran míos, porque lo que sentía en ellos estaba seguro de que no lo sentía nadie más. Sí, muchos otros habían leído el mismo libro antes pero, igual que les había sucedido a ellos, lo que provocaban en mí esas gotas de tinta tan bien dispuestas era único.
Me pasaba las horas del día anhelando la noche, que no es forma de vivir, pero estoy convencido de que sabéis de lo que hablo, de que en alguna ocasión habéis dado con ese libro que no lográis quitaros de la cabeza.

Hicieron la película.

Dije que no la vería, al menos hasta que no acabara con el libro, pero resultaba tan tentador… Las críticas eran excelentes, las actuaciones, soberbias, todo el mundo hablaba de ella. Las salas se llenaban de gente mientras yo me metía en la cama, leía mis seis páginas y me dormía.
Aguanté un par de semanas.

La noche antes de comprar la entrada acabé de leer la página ciento veinte. El libro tendría al menos quinientas. Nunca sé el número exacto porque intento no mirarlo: cuando convierto la lectura en una cuenta atrás no la disfruto.

Vi la película.

Me gustó, para qué negarlo, pero aquella noche cuando me metí en la cama y sostuve el libro entre mis manos noté que algo fallaba: no había magia. Seguir descubriendo a los personajes ya no me resultaba tan interesante, pues ya los conocía aunque fuera de forma superficial: sabía hacia dónde se dirigían, con qué tropezarían, cuándo se darían el primer beso… ¡sabía hasta cuando morirían! Todo eso estaba almacenado en mi cabeza como una secuencia de fotogramas. Ya no podía imaginar. Ya no podía sorprenderme. Ya no tenía sentido.

Seguí leyendo, pero ya no pasaba los días deseando que llegara la noche, ni me enfadaba con Morfeo cuando me empujaba los párpados hacia abajo, ni se me erizaba la piel.
Terminé el libro, y hasta me alegré de haberlo hecho, lo cual nunca pasa cuando un libro realmente te apasiona.

El cine mató a mi libro.
Muerte al cine.

Sheryl Crow – The book

I read your book and I find it strange.

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