Que sí, que el amor debería ser fácil, fluir, hacer sonar trompetas en nuestros oídos y llenar el mundo de colores excesivamente saturados, pero la vida no siempre es perfecta. No me gusta caer en los tópicos, pero hablando de amor eso es imposible, así que resumiré mi reflexión inicial como lo harían los Poison: cada rosa tiene su espina.
No es que quiera compararme con una rosa, pues desconozco cuál de los dos saldría peor parado en el proceso, pero entendéis por donde voy, ¿no? Sí, vale, tengo espinas… ¿y qué? También las tienen los peces, y no conozco a nadie que no se haya emocionado con Buscando a Nemo. No conozco a nadie que no se haya emocionado conmigo…
Tengo espinas pero merezco la pena, y la merezco mucho.
Algún día echarás la vista atrás y te arrepentirás de no haber luchado por mí.
Puta.
Luke Sital-Singh – Fail for you
Don’t ask me to fail for you.
ups, suena a dolor! no te habrás clavado una de tus propias espinas?
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Me gusta tu comentario, porque es verdad que la mayoría de las veces las heridas nos las hacemos nosotros mismos. Todos nos hemos clavado alguna de nuestras espinas alguna vez, pero afortunadamente esta entrada está hecha de recuerdos y no de presente 🙂
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No conoces a nadie que no se emocione contigo. Te comparas con peces y con rosas… Es curioso tu modo de verte.
Me gustó.
Saludos.
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Hay que quererse 😉 ¡Un saludo!
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Sí, vale, yo también tengo espinas… 😊
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