Se me pone la piel de gallina y al tener fiebre duele un poco, pero es que no puedo parar de escucharlos, porque es hacerlo, recordar el concierto y verla. La veo ahí, dos metros delante de mí o menos. Tan lejos.
Mira hacia su derecha y me da rabia que no lo esté haciendo hacia atrás. La veo mirar así, tiemblo y siento envidia de que nadie me haya mirado a mí nunca de ese modo. Sigo las líneas invisibles que trazan sus deseos a través del humo con ganas de saber dónde piden pista. Los observo aterrizar para darme cuenta entonces de que quizá sí me hayan mirado así alguna vez, o muchas, pero yo estaría, como la chica a la que mira la primera, con la atención en otra parte.
No sé qué tipo de amor es, si imposible, prohibido o simplemente no correspondido, pero ser es amor. Y la mira así con cada frase clave: tu mirada entre tantas miradas, nacimos para eso, imaginándote sin mí, ¿cómo iba a decírtelo si nunca bailas sola?, magia cuando miro y te tengo al lado, que bailas a mi lado sin rozarme…
Y yo no consigo quitarle el ojo de encima mientras ella se muerde el labio y va lanzando aviones a cuyos pasajeros nadie ha ido a recibir al aeropuerto. Mírame a mí así y te juro que nos vamos, sin esperar siquiera a que acabe el concierto, que en el coche tengo el CD y ya si eso lo escuchamos mientras conducimos juntos hacia el resto de nuestra vida.
Funambulista – Fiera
Dime a quién vas a besar hasta que te entienda.