Detrás de esos barrotes me siento libre, soy el rey del mundo. El capitán de mi barco, yo. No controlo mi rumbo, pero ¿acaso alguien lo hace? Dejo que otras manos me empujen hacia mi destino y me dedico a disfrutar del viaje. La gente me mira, desde otras naves, desde el mar. Nadie me habla. Nadie se atreve a dirigirse a mí directamente.
¿Cómo está Z?, preguntan desde babor.
Está genial, responde una voz desde la popa, míralo.
Estoy exultante, que no tengo claro qué es pero lo escuché por primera vez el otro día y decidí que era así como me sentía, que sería así como me iba a sentir el resto de mi vida: exultante.
Ha crecido mucho, ¿no?
Si tuviera el valor de decírmelo a mí le diría que la vida en el mar hace que uno madure rápido, pero no habla conmigo, no lo ha hecho nunca y no lo hará mientras no abandone el barco. Ignoro la voz igual que hace ella conmigo, oteo el horizonte e imagino qué aventuras me aguardarán tras el próximo viraje.
Vuelve a responder la voz de popa: En nada no podré llevarlo aquí.
¿Cómo? ¿Expulsarme de mi propio barco? ¡Por encima de mi cadáver!
Aún me quedan muchos mares que surcar…
A veces echo de menos subirme al carrito de la compra.
Biffy Clyro – The captain
I’m in control, I am the son of God.
Tiene fácil arreglo cuando vengas vamos al carrefour y Te doy una vuelta el el carrito jejeje
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¡Hecho! Luego no vale echarse atrás 😛
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