Al poco de salir del museo empecé a escuchar aquella canción que me sonaba pero no era capaz de ubicar, perfecta a la par que distante. Fue una de esas interpretaciones que te deja en el sitio, como si de pronto hubieras olvidado hacia dónde ibas y no fueras capaz de seguir caminando.
If you walk away, I’ll walk away.
Si te marchas, me marcharé.
No quise irme, porque ya estaba avisado de que, de hacerlo, él haría lo propio. No podía permitir que se fuera sin concluir su particular obra de arte, así que me recosté sobre uno de aquellos muros que contaba más años de los que yo seré capaz de contar jamás, cerré los ojos y me dejé llevar.
Es curioso: a día de hoy soy capaz de recordar cómo en ese momento, al dejar de ver lo que había a mí alrededor para centrarme en lo que había dentro de mí, pensé en ti. Curioso porque por aquel entonces tú no existías, al menos para mí, y sin embargo ahí estás.
Desde siempre.
Bright eyes – Landlocked blues
And he shot me dead.