Stolen dance

Alguien me dijo una vez que para mí era todo demasiado intenso, que a mí las cosas que me gustaban no me gustaban, sino que me encantaban, y que eso no era bueno. No era bueno porque cuando todo es increíble nada lo es, porque nada destaca. No fui capaz de contestar, pero por dentro terminé por darle la razón. Mi mundo se apagó un poco: las bombillas habían vuelto a ser simplemente bombillas e iluminaban menos.
La idea de disfrutarlo todo menos parecía lógica, el único camino para conseguir que las cosas especiales sobresalieran. Sin embargo, no tardé demasiado en toparme con el gran problema: ¿qué era especial? ¿Cómo podía decidir qué cosas merecían realmente ser ensalzadas y qué otras no? Si no clasificaba el mundo con cuidado corría el riesgo de ser demasiado permisivo y acabar de nuevo en el principio, donde nada era increíble por serlo absolutamente todo. Ante la duda, decidí esperar, dejar que las cosas se revelaran por sí mismas como merecedoras de un desmesurado aprecio. Ninguna lo hizo. Mi mundo se volvió gris.

Después de pasar un período, diría que largo, en penumbra, reflexioné sobre el origen de aquella falta de luminosidad. El hilo de mis pensamientos me llevó irremediablemente a esa persona que una vez me dijo que para mí era todo demasiado intenso. Pensé en su vida y en cómo en ella, igual que en la mía por aquel entonces, todo era anodino. Me sentí estúpido por haber creído en sus palabras, por haber dejado que me robaran la ilusión que había mantenido prácticamente intacta desde niño. Me lamenté por ello, lloré durante tres segundos y me prometí que aquello no volvería a suceder; no el hecho de llorar, sino el de permitir que la opinión de otros cambiara mi rumbo en contra de lo que yo sentía.

Cerré los ojos.
Sentí las lágrimas resbalando por mis mejillas.
Me recreé en la sensación (alguien me habría dicho que no era nada del otro mundo,), en la tibia calidez (que pasaba siempre que uno lloraba), en las cosquillas…
No sé si fui feliz porque sonreía o si sonreí porque era feliz, pero tuve claro que aquello debía acompañarme el resto de mi vida.

 

Milky Chance – Stolen dance

We need to fetch back the time they have stolen from us.

3 comentarios sobre “Stolen dance

  1. Hola… 😁😁😁
    La verdad es que las personas que intentan quitar ilusión y ganas, deberían ser como entes que pasarán por nuestro lado y que el mayor efecto que provocarán fuera la indiferencia, aunque es verdad que no siempre es así.
    Sabes??? A mi me fascinan las personas que no limitan ni un poquito sus emociones y que ni saben ni quieren aprender a economizar sus sentimientos.. Será por que yo soy un poco «mucho» así.. Intensa!!!!
    El monitor de spinning de los jueves esta un poquito grillado jajajaja pero casi siempre cuando termina su clase de todo lo que dice me quedo con algo y este jueves dijo: «No esperéis a tener 50 años como yo para que no os importe lo que opine la gente.»
    Pues eso.. y yo reconozco que últimamente y cada vez me va importando menos lo que piensen los demás..
    ¡¡¡Viva las personas intensas!!! 😉
    ————————————————-
    Por cierto.. ¿¿¿Y la ilusión que me a hecho leerte hoy, qué??? 😛
    Me apetece darte un abrazo taaaaaaan grande…
    Así queee!!!
    Preparados, listos, voyyyyyyy vjjvtcxvjnonkcddrxhvubinczfyvibobxdciufknocyfubonivffhvjkknonbjvhccjvk
    😊😊😊

    Le gusta a 1 persona

    1. Yo siempre he dado demasiada importancia a lo que pudieran decir los demás, pero darse cuenta es el primer paso, ¿no? El monitor tiene razón, porque vivir vives una vez, y todo el tiempo que pasas pendiente de lo que piensen los demás lo pierdes, y no vuelve.
      Ilusión también es tener comentario tuyo de domingo 🙂
      ¡Un abrazo enorme! Y a disfrutar de la tarde.

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