Tus ojos me buscan y me encuentras y me dices que te vas pero que volverás luego, que vuelva, que no podrás dormir si no me ves. Yo te miro y lo veo claro: no eres tú.
Me voy pero vuelvo luego, y te vuelvo a mirar, desde lejos, aunque no te dejo verme porque ya sé qué significa esto: es una de esas cosas que cambian de golpe sin que te des cuenta.
Te veo sonreír, como si nada, con ese brillo en la mirada por saber que volveré, por ti, que todo será perfecto y dará comienzo la eternidad y no habrá en el mundo perdices para lo felices que seremos.
Esa luz en tu mirada se va apagando lentamente al buscarme entre la gente y no encontrarme. Y no encontrarme. Y no encontrarme. Y no encontrarme.
Se te van quitando las ganas de sonreír, y lo haces sin ellas, que es cuando más duele… y algo se rompe dentro de ti en el instante en que descubres que te perdiste el adiós.
Maldita Nerea – Adiós
Aquí… diciendo adiós.