Un baile estúpido, un que-sí-que-no, preocupándonos porque la música no sonaba al mismo ritmo para ti que para mí, porque te pisaba los pies mientras, desacompasados, girábamos.
Vuelta tras vuelta el ritmo se fue igualando hasta que fuimos a la vez, tú y yo. Solo entonces, cuando no quedó más que silencio, nos dimos cuenta de que la música había sido lo de menos: lo importante había sido bailar.
Y no lo disfrutamos.
I know you can’t stay but I wish you would.