Podría dividir las primeras citas que he tenido hasta la fecha, que han sido algunas, en dos grandes grupos: aquellas que me han dado ganas de salir corriendo y las otras dos.
A lo mejor es que soy muy exigente, o que tengo mala suerte; o a lo mejor simplemente es un hecho contrastado y el noventa y nueve por ciento de las primeras citas son un asco. Ya me diréis vosotros.
Los días previos al encuentro en cuestión no puedo evitar montarme películas. Iba a generalizar y hacer eso que tanto me gusta de escribir en primera persona del plural como si todos fuerais yo, pero no, que quedaría feo si al final resulta que el problema es única y exclusivamente mío. ¿Montarme películas yo? ¡Jamás! Voy juntando lo poquito que tengo, la sonrisa de aquel día, el oye-por-qué-no-me-das-tu-teléfono, aquella foto del Facebook que tienes compartida con los amigos de tus amigos, lo cual suele ser mala idea pero allá tú, que no soy yo quien para hablar de malas ideas… y mi mente vuela. Los fotogramas se suceden a velocidades de vértigo, y ya puedo yo darle al stop todo lo que quiera que es como si el botón se hubiera roto, y película y película y más película, que pensaba que era imposible hacer tanto con tan poco material, pero ahí está El Hobbit para dejar claro que aún se puede hacer peor.
No te crees expectativas, Z, que luego te las crees, pones el listón por las nubes y no hay quien lo salte.
Juro que lo intento, cada vez, pero mi cerebro y mi realizador interno parecen no llevarse bien; y no sé quién termina poniendo el listón, pero sé que no soy yo, que tan arriba no llego, aunque ya que está puesto asumo que debe haber un motivo, que quien no sea capaz de saltarlo no debe merecerse pasar, y así me va… con mi noventa y nueve por ciento, frases interminables imposibles de leer sin ahogarse y a una faja de distancia de Bridget Jones.
Después de tanto cine, cada vez que llega nuevamente ese primer momento el desenlace está cantado antes de empezar, hagan sus apuestas que ganan seguro, y es cuestión de segundos descubrir el motivo, por insignificante que sea, que va a crearme esa necesidad de echar a correr tan rápido como me permitan las piernas; pero es que son los pequeños detalles los que hacen las grandes cosas, y que fallen los detalles es empezar la casa por el tejado sabiendo que no hay ladrillos, y sí, vale, confirmo que es cosa mía, que soy muy exigente, pero ahora que tengo la entrada terminada no es cuestión de borrarla.
Y pensaba acabar esto diciendo que tú hoy has venido con una pértiga, pero lo mire como lo mire suena muy mal, así que mejor lo dejo en la frase anterior.
We just now got the feeling that we’re meeting for the first time.
Jajaja, lo peor es cuando para ti ha sido un desastre y la otra persona te dice, ¿cuándo volvemos a quedar? Y piensas, ¿en serio? ¿has estado en la misma cita que yo? :p
Me gustaLe gusta a 1 persona
Supongo que será porque hay quien no tiene listón, y todo les vale.
Me gustaMe gusta
Bfff… No me imagino lo que es tener una «primera cita». Hace mucho que estoy fuera de juego, pero los chicos que conocía que me atraían (y me atraen, no soy de piedra :P) siempre empiezan como colegas, que con las risas van alterando mis hormonas 😉
Me gustaLe gusta a 1 persona
Totalmente de acuerdo: las risas son la clave 🙂
Me gustaMe gusta